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El poder público absoluto y asuntos sin importancia

Por Carlos Chavarría.

“Si los pronósticos no coinciden con la realidad, peor para la realidad”

Allan Greenspan, ex director de la Reserva Federal de los EEUU.

Si de eficiencia se trata, la democracia, la negociación y el consenso son los peores métodos.

La tentación de cualquier líder autocrático es recurrir al peso del poder explícito para asegurar que las cosas se hagan “sin moverle una coma” a las determinaciones del de mero arriba. Al cabo siempre se pueden encontrar cientos de argumentos para justificar tal o cual acción o decisión.

Lo mismo se libera a un narco para evitar males a la población, que se ordena abrir las compuertas de una presa, para inundar lo que cada año de cualquier forma ocurriría. Total, se pueden cambiar las versiones o explicaciones después porque la gente como quiera olvida y se acomoda.

Por supuesto que las críticas y voces que disienten de los que ejercen el poder autocrático, son molestas, porque atenderlas a todas es una pérdida de tiempo cuando el líder ya decidió que es lo que le conviene a la gente, habida cuenta de que eso es la razón que motiva todo su trabajo.

Al fin y al cabo, para el que está en la cima de la montaña del poder, los gritos de los del valle le parecen lejanos, casi inaudibles, ni se escuchan. Aunque eso no significa que el líder siempre este en lo correcto.

De cualquier forma, nada más los que tienen estudios suficientes son los que se dedican a atacar al gobierno porque son corruptos y conservadores, al final enemigos del “pueblo bueno” que todo acepta, porque para ellos se gobierna.

Los autócratas han desarrollado todo un esqueleto de instrumentos muy útiles y dinámicos para aplicarse según la conveniencia del momento y de la circunstancia, así, la moral , la ética, la religión, la economía, el derecho, la administración, la ingeniería, la historia, y la ciencia en general pueden cambiar sus métodos, conceptos, bases y preceptos para  eludir cualquier posibilidad  de verse limitado o responsabilizado por eventos que pongan en entredicho su grado de cumplimiento de sus responsabilidades.

Para el líder autócrata toda crítica es ataque y amerita una defensa cuando se trata de él mismo, porque no es “florero de nadie”, pero tirios y troyanos, todos sin excepción deben aceptar sin defenderse su carácter de floreros cuando el gran señor lanza sus arengas, algunas con una muy clara personalización, iniciando con ello un ciclo interminable de vendettas que se disuelven en su mente como por arte de magia. Total, después se miente y se acabó.

Ahora y en el pasado reciente pareciera ser una norma, hay demasiados presidentes y paleros de los mismos que han tomado a la autocracia contestataria y amenazante como salida para su pobre desempeño, como Trump, Bolsonaro, Putin, Alberto Fernández, Xi Jinpin, Fidel Castro, Evo Morales, y una lista que no termina.

Para estas personas “el fin justifica los medios” reviviendo con ello un enorme y peligroso dilema resuelto desde hace siglos. Que dulce suena “es más importante la justicia que ser legal”, así nada escapará que pueda detener el derrotero que le imponen a la historia los autoritarios.

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Vía / Autor:

Carlos Chavarría

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Autor: lostubos
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