Por José Jaime Ruiz
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@ruizjosejaime
Las imprecisiones políticas conllevan su propia carga de definiciones, en este caso, la traición. Definirse es también traicionar. La traición como una virtud suprema. Transcribo algunas de las reflexiones contenidas en el libro de Yves Roucaute y Denis Jeambar, Elogio de la traición, editorial Gedisa:
* La traición y la negación son el meollo del arte político.
* No traicionar es perecer.
* La infamia es propia de la autocracia, cuya naturaleza profunda es el inmovilismo.
* La traición encuentra sus límites en la elección.
* Entre traición y elección se establece un equilibrio frágil con el cual los políticos no pueden jugar impunemente.
* Tesis de Raymond Aron: La traición es la gran arma de los amigos de la Libertad contra la tiranía.
* La traición (…) es el oxígeno de la democracia.
* No pasa una semana sin que alguien traicione a un “amigo”, abuse su confianza, corra a socorrer al campo enemigo.
* La apertura, es decir, la traición, es ante todo una voluntad de pueblo.
* Para cruzar el Rubicón se debe poseer un don de la traición que no está al alcance de cualquier político.
* Las traiciones no tienen sentido si no arrastran a fuerzas representativas de un sector de la opinión pública.
* En el juego difícil de la traición, en el que casi todos los golpes están permitidos, las intenciones y las segundas intenciones son múltiples y complejas.
* Cada uno trata de atrapar al otro y, como el ajedrez, debe tratar de prever las múltiples combinaciones en el desarrollo de la partida.
* Arthur M. Schlesinger: El político que espera demasiado para estar seguro de sus actos corre el riesgo de perder la oportunidad de dominar el curso de los acontecimientos.
* François Miterrand: He verificado con frecuencia que el buen manejo de un error vale más que ciertos éxitos. Así lo enseña el arte del ajedrez, que consiste en aprovechar los errores cometidos. Más que despistarlo a uno, confunden al adversario. Creo, en fin, en las virtudes de la improvisación, siempre que se tenga en cuenta que ésta es un ejercicio prolongado.
* La traición, cuando no se vuelve cobardía, es la forma superior de la decisión política.
* Prudencia, la virtud política por excelencia.
* Espíritu pragmático, cualidad esencial para el arte de gobernar.
* Jacques Chirac: Los políticos que desean convertirse en estadistas deben matar algo en sí mismos, mutilarse, amputarse. Deliberadamente. Es necesario porque uno se compromete por adelantado a asumir, sin nada ni nadie por encima de uno y si el destino lo lleva a ello, una enorme responsabilidad.
* Gobernar es ante todo traicionar.
* Los compromisos más eficaces suponen las mayores traiciones.
* El compromiso sólo es firme si su adversario más feroz lo acepta y abandona –traiciona– sus convicciones más arraigadas.
* La traición no borra posiciones anteriores, antes bien las destaca. Son la condición de la legitimidad del compromiso.
* Para traicionar hace falta coraje.
* La puesta en práctica de la traición supone un postulado: jamás se debe confesar públicamente ese “pecado”.