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Por FÉLIX CORTÉS CAMARILLO

             Tú que tenías la más exclusiva clientela

y en cada golpe dejabas tu sello de autor…

Joaquín Sabina, Al ladrón, al ladrón

                  Pocos oficios tan vituperados, o al menos mal entendidos, como el de ladrón; ser despreciable que se dedica a despojarnos de lo que nos pertenece como fruto del esfuerzo, el trabajo, el ahorro… o el hurto a otros.

                  La vertiente romántica de la literatura, que no tiene fechas establecidas, se encargó de acercarnos un poco a la comprensión no solamente a Arsène Lupin, Robin Hood o Chucho el Roto, de diferentes entornos y tiempos, pero de vocaciones y simpatías similares. La voz popular también les hace justicia: ladrón que roba a ladrón merece un siglo de perdón, según el popular decir. También es en descargo de la culpa -o en reconocimiento de su talento- la difundida estrategia del ladrón que grita pidiendo que sigan a un ladrón imaginario mientras él se escabulle con el producto real del robo.

                  Con esa estratagema cerró su campaña electoral el nominalmente dirigente nacional de Morena. Mario Delgado, mejor conocido como argumentista de supuestos atracos en las carreteras tamaulipecas con armas largas que nadie vio, por agresores que nadie sabe dónde están, ya tiene su lugar en la historia política mexicana: fue el principal operador de Marcelo Ebrard cuando éste gobernaba la capital de la república y forjaba su primer intento de llegar a la presidencia de la república a bordo del Metro.

                  Por las manos de Mario Delgado, director entonces de las finanzas de la capital, pasaron los muchos dineros que generó el capricho de la Línea Dorada, la número doce del metro capitalino, de cuyo inexplicado desplome se cumplió esta semana  un mes, con 27 muertos, y lesionados que siguen en hospitales. Pero a propósito de las elecciones del domingo, el señor Delgado ya lanzó el primer grito: ¡al ladrón, al ladrón!

                  Alguien, más bien su jefe el presidente López, debiera advertirle a don Mario que al jalar la manta está descobijando a su pandilla. Delgado adelantó la estrategia diseñada en Palacio y muy comentada para desconocer los resultados de las elecciones en todos los distritos, municipios o estados en los que los resultados no favorezcan a Morena, que son notoriamente más de los que pensamos.

                  Esa técnica, que el presidente López ha patentado como «sólo son válidas las votaciones que ganamos» la atribuye Delgado desde ya a toda la oposición. ¡Al ladrón, al ladrón!, dice ahora, para justificar el desconocimiento de las derrotas que ya intuye o le han sugerido sus analistas de encuestas. Dice que la oposición va a utilizar las denuncias de injerencia del presidente López en las elecciones -como hizo en la campaña constantemente- para desconocer la elecciones donde Morena pudiese figurar con cifras de importancia.

                  La política mexicana es una notable colección de triquiñuelas, zancadillas, mentiras y sobornos. No en exclusividad: los ejemplos abundan por el mundo y no están fuera de la lista ni Rusia, ni China ni los Estados Unidos. Pregúntenle al señor Trump quien ya adelantó que las fiestas de Navidad de este año las pasará nuevamente en la Casa Blanca: él y sus seguidores vana  acusar a Biden y Harris al grito de «al ladrón, al ladrón».

CANTALETA: Dice Catón y yo coincido con mi amigo Armando Fuentes Aguirre, hasta Saltillo: «Un voto por Morena es un voto contra México». Esperamos que no tengamos que reconocer muchos votos emitidos contra México.

Es obligatorio reconocer el enorme esfuerzo informativo que las diferentes empresas de medios han de desplegar este fin de semana. Los votantes debemos corresponder acudiendo a las urnas. Si un voto por Morena es un voto contra México, una abstención es un voto por Morena.

‎felixcortescama@gmail.com

Fuente:

Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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