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Por Francisco Villarreal

El turismo cinegético-popular de Ricardo Anaya fue bastante divertido para las redes sociales. La presa: ciudadanus pauperrimus. Séase: pueblo jodido pero contento. Supongo que el prócer panista nunca hizo una reflexión profunda sobre la responsabilidad de él para que se llegara a ese grado de jodidez, la responsabilidad de su partido, y de los partidos ahora asociados en ese bloque lobotomizado por los buenos oficios de algunos empresarios. Es muy probable que sí haya buscado culpas en la vieja, artrítica, inútil y proteica izquierda partidista mexicana, salvando, claro, al descolorido alcahuetazgo del “sol azteca”.

No me parece una buena idea de Anaya posicionarse contra movimientos o gobiernos de izquierda (populistas, además), desde el ideario personal de un militante de un partido que ha ostentado su ideología de “derecha” como el pluscuamperfecto de la Derecha. No ahora que las definiciones ideológicas son tan relativas. La quimera política del bloque de partidos contra la 4T es un insulto a la democracia, porque está pensada para derrocar a un régimen no para imponer un gobierno justo. Reparar el viejo molino estatal de carne.

La otra quimera política, la “morena”, por lo menos tiene en marcha un proceso de cambio en lo que deben ser las responsabilidades del Estado respecto a la desigualdad social. ¿Qué camina sobre la cuerda floja de una utopía? Pues sí. Cojea, pero camina, no sólo gritonea desde los medios, las redes, las curules, los liderazgos partidistas, las estructuras oficiales del poder, o los gobiernos “de transición”.

Dice Anaya que López Obrador habla como dictador. Es posible. Las frases hechas del patrioterismo son comunes a cualquiera, y al Presidente no le intimida apropiarse recursos de la demagogia. Aunque, si el presidente López fuera un dictador, Anaya no podría decir lo que dice cada semana… por lo menos no en México.

La presunta dictadura de López en voz de sus detractores “oficiales” es algo así como el “petate del muerto”. Funciona, eso sí, en los tontos, los timoratos y los cómplices. No en los demás, porque los mexicanos conocemos las dictaduras. Desde tiempos de la Revolución Mexicana hemos vivido bajo una dictadura. Se fue don Porfirio, pero sólo cambiamos de amos. Las elecciones, la institución de derechos, la apertura hacia la crítica, sólo aumentaron el grado de dificultad para el ejercicio de las dictaduras tradicionales. Cada vez se ha tenido que refinar el método, pero el resultado es el mismo: gobiernos todopoderosos imponiéndose por la coptación, la fuerza y el engaño a sus gobernados.

La invaluable enseñanza en todo este tiempo fue que una dictadura no es imponer a un personaje en el poder sino un sistema de gobierno; y el objetivo es usar a la gran masa popular como materia prima para generar riqueza a quienes gobiernan, ya sea desde la función pública, desde la función política, o desde los clústeres.

Ahora que, el discurso de Anaya contra López también es recurrente. Esto le da un matiz de verdad, bastante pálido si consideramos a los que concurren en esa recurrencia. Desde la misma trinchera, no faltan los dislates de Vicente Fox y Felipe Calderón, quienes me parecen más panistas aún que el propio dirigente panista Marko Cortés. Los “tuitazos” y declaraciones de este par de… políticos, no contradicen a Anaya, lo amplían. Marko, además, no tiene empacho en hacer las declaraciones más absurdas contra el gobierno federal. Absurdas no porque no tengan sustento (a veces lo tienen) sino porque son previsibles. No se tiene que ser Marko Cortés para saber qué dirá contra el gobierno federal. Si acaso le añade el tono fársico, aunque no tan extremo como el de la senadora tránsfuga Lilly Téllez, que básicamente dice lo mismo que diría Cortés pero sin el más mínimo recato ante la lógica. Toda ella es un despropósito legislativo por el que hay que culpar no al PAN sino a Morena.

Los demás partidos, en jauría feroz contra la 4T, hacen lo mismo, pero en menor grado. Y no porque no estén insertos en esta campaña más mediática que social, más como autodefensas de los privilegios que como paladines de la democracia. Todos contra la “inminente” dictadura de la 4T y a favor de la todavía operativa dictadura político-económica. Mejor malo por conocido que bueno por conocer.

¿De verdad López es un dictador en ciernes? No, no lo creo. La vocación de dictador obliga a enormes sacrificios personales, sobre todo en el ámbito familiar. No creo que don Andrés sea capaz de hacer esos sacrificios sólo para vivir el resto de su vida pontificado diariamente desde Palacio Nacional. ¿La 4T está en vías de convertirse en dictadura? No, imposible. Morena es el cajón de sastre de la clase política mexicana. Cuando veamos una brutal depuración interna en las huestes morenas, entonces sí habría que empezar a preocuparse, porque se consolidaría como movimiento ideológico y como grupo coordinado. En tanto, no veo otra dictadura en México más allá de la que la “oposición” pretende volver a implantar. Con el riesgo de que, si se reimplanta, buscará primero restituir sus privilegios y blindar sus mecanismos. Además de que, luego de esta experiencia, el poder económico no se conformará con operar entre telones ni a través de partidos. No exigirá menos que todo el poder. El pogromo en la burocracia sería épico.

Espero equivocarme, pero ya veremos si marcha y cómo, esa ecuación ya no de la 4T sino de la -4T en los próximos gobiernos estatales y municipales… de “oposición”, claro. De veras que el Álgebra es maravillosa: con sólo cambiar un signo todo se define mejor y con menos saliva.

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// Francisco Villarreal

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Autor: lostubos
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