Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Cuando las personas tienen libertad para hacer lo que quieren,
por lo general comienzan a imitarse mutuamente”. // Françoise Sagan
El mal ejemplo cunde y permea y en Nuevo León, en donde nos las damos de muy listos y avispados, estamos cayendo en el terrible juego que hoy se vive a nivel nacional de la polarización en todo y por todo.
Comprensible cuando existen dos opciones reales, como la rivalidad natural de Tigres y Rayados en la ciudad, pero no cuando sobre un mismo hecho las posiciones se confrontan y con suma facilidad pasan de la argumentación a los insultos.
Dos ejemplos pueden mostrar la nueva realidad del “Nuevo, Nuevo León”:
El Gobernador Electo, Samuel García, consiguió -haya sido como haya sido- 16 mil 500 vacunas anti-covid con el gobierno de Texas para que sean aplicadas a menores de 39 años en la frontera en los próximos días. Para ello anunció un programa de “caravanas” de empresas para llevar y traer el mismo día a obreros a vacunarse aún y cuando no cuentan con visa para cruzar la frontera.
La reacción no se hizo esperar. Por una parte hubo quienes aplaudieron la medida que busca beneficiar a todas esas personas, pero por el otro no faltó quien cuestionara que resultaba mucho más sencillo trasladar las vacunas hasta acá y aplicarlas sin el gasto del traslado ni el riesgo de tantas personas en autobuses en la carretera.
Algunos señalaban que no era posible traer las dosis del medicamento porque no lo permitía el Gobierno Federal y ante ello no faltó quien respondiera que en ese caso se podría enviar el cargamento al Consulado en Monterrey y ahí (territorio norteamericano) realizar las jornadas de vacunación.
Y junto con la discusión de si estaba mal o bien, empezó la rebatinga acusando a Samuel García de ser “moreno disfrazado” y protegido de López Obrador.
En el mismo sentido la discusión sobre si abren o no las escuelas a finales de este mes. Unos se pronuncian por el sí y otros por el no y los dos gobernadores, constitucional y electo, prefirieron someterlo a consultas rápidas en sus redes sociales con el mismo resultado: una terrible división.
Lo grave y preocupante es que nadie cede y nadie quiere perder, todos intentan imponer su punto de vista y cuando alguien se opone se sueltan con una andanada de palabrotas y agravios.
Terminamos cayendo en el juego y hoy somos presa de la avasalladora corriente que nos parte en dos y no nos permite avanzar en absolutamente nada.
Solo espero que esas discusiones no terminen en el seno familiar cuando tengamos que ponernos de acuerdo sobre qué comer o a dónde ir el domingo.
ftijerin@rtvnews.com