Por Carlos Chavarría
Sé que suena absurda la expresión que titula estas líneas, porque la realidad es todo lo que uno cree, lo que es captado por nuestros sentidos; el asunto es que la realidad ahora es tan tonta, que se convirtió en rehén de López Obrador y tenemos que aprender a verla de manera diferente.
Al presidente le molesta tanto la realidad de la pandemia y la inseguridad, que ya le es un fastidio por ser la única realidad que le gana la agenda diaria y él quisiera apurar todas las fases, con mayor rapidez, para que ya se olvide todo y sólo queden él y su realidad.
Desde que comenzó la pandemia, la realidad se empezó a distorsionar de la mano del Dr. López Gatell y su paradigma de la inmunidad de rebaño, que si bien tiene mucho de sentido, en la realidad le falta el ingrediente del conocimiento científico de la enfermedad en sí, para saber cuál sería la mejor estrategia para alcanzarla. López Gatell la recomendó basándose en la analogía de otras pandemias. Craso error, esta enfermedad es diferente.
Para servir a la agenda presidencial, se creo un panorama esperanzador de superar en el corto plazo las dificultades y así volver a la «normalidad anterior», pero la realidad, que además de tonta es terca, se pronunció por sobre la ignorancia de la ciencia de López Gatell y ahí se descuadró todo el discurso.
Por supuesto que no se puede culpar a nadie de su ignorancia, bajo las actuales circunstancias y tratándose de una enfermedad nueva, pero López Gatell siempre abusó de la suya y despreció el mejor consejo para confrontar la ignorancia propia: ser prudente y callado.
El presidente quiere deshacerse de cualquier involucramiento personal en ambos temas, que le roban los reflectores y lo dejan muy mal parado, y hoy toca apurar el paso del trago amargo del regreso a clases, él quiere ya que ocurra todo y asimilar lo que venga.
López Gatell le mintió al presidente con su estrategia de inmunidad y sus 60,000 fallecimientos que como mas pésimo escenario ocurrirían. Sabía el medico de marras que no sabía nada y poco le importó porque al final los muertos no son sino estadística.
La realidad es que la crisis por los contagios en los espacios educativos no la han ni siquiera estimado, pero sí sabemos que las escuelas públicas muy apenas tienen agua y servicios sanitarios decentes, mucho menos estarán preparadas para administrar la pandemia como espera el presidente.
Al respecto de las escuelas privadas asumimos a priori que disponen de más recursos -que está por verse- y que estarán dispuestos a gastarlos operando con las limitaciones del caso.
Han sido muy pacientes creando la imagen de que la gente que se contagia es «porque no entienden» a pesar de saber que la internalización masiva del conocimiento más simple requiere de un proceso muy específico, serio y dedicado, primero para su diseminación y luego para adoptarlo como nueva norma de vida, tal y como es cepillarse los dientes o lavar la ropa.
Dejar como responsabilidad exclusiva de las masas y no del gobierno como rector de lo colectivo es la salida execrable y fácil para aquellos que desprecian a la sociedad y sólo cuidan su imagen pública.
«El riesgo es bajo, sólo se morirá el 1%».
Voz Popular.