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Fragilidad y resistencia ante la pandemia

Por Carlos Chavarría

Por razones económico financieras, estamos entercados en regresar a la “normalidad anterior” en lugar de aprovechar la circunstancia crítica actual para introducir cambios trascendentes en la civilización y sus praxis; cambios que nos alivien de nuestra muy evidente fragilidad ante la incertidumbre, compañera fiel de la dinámica natural en la que existimos y de la poca capacidad que hemos demostrado ante un estado de crisis, inédito como todos.

Si sabemos que de un estado de tormenta, como es en el que estamos, podemos evolucionar a otro cataclísmico, resulta inexplicable por qué deseamos regresar al mismo estado que en el que ya fuimos vulnerables.

Es el caso por ejemplo del ahora llamado ”trabajo desde casa” que rompió el paradigma de la forma de operar de todos los equipos de staff, soporte o cuello blanco, sin embargo y por sabrá que causa, las empresas que migraron ahora están buscando regresar al trabajo presencial.

Más dramático es el tema de la educación. En el modelo presencial tradicional la piezas centrales son el maestro y el programa, y su interacción física con los alumnos. Por supuesto que la escuela como espacio para la socialización es muy importante, pero lo central es la posibilidad de que algunos grupos de alumnos puedan evolucionar hacia el auto aprendizaje tutelado o guiado por el maestro, pero siempre orientado al desarrollo de habilidades y talentos más que a los aspectos programáticos con el uso de las nuevas plataformas de conocimiento.

La pandemia nos mostró también que podemos cambiar nuestros patrones de consumo hacia otros mas benévolos con el medio ambiente y el uso mas racional de la energía, donde lo básico no sea la movilidad y el desperdicio sino la más pura y simple satisfacción de necesidades básicas y no los inducidas por el “entorno competitivo”.

Entre más crece la población y más evolucionamos mal, le sumamos a la entropía del medio natural donde estamos, el efecto de nuestras interacciones entre los sistemas que creamos (como el financiero y los de gobierno) provocando una multiplicidad de estados posibles adicionales que nos hacen aún mas frágiles y vulnerables; lo que sin duda nos llevará a más crisis para las que no tenemos preparación a la vista.

El sentido común indica que la humanidad debería ser una sola, tratándose de sobrevivir como especie y con eso en mente es impostergable destinar todos lo recursos que sean necesarios para multiplicar los centros o tanques de conocimiento para que los mejores hombres de ciencia, en todas las ramas, se aboquen a la preparación con antelación de las medidas requeridas, no sólo para sobrellevar las crisis, sino anticiparnos para evitarlas.

Para empezar, los métodos que usamos para dispersar el conocimiento no inducen a su rápida internalización, como han sido las ruedas de prensa. El boca en boca ha contaminado todos los esfuerzos para mantener la objetividad y veracidad acerca de lo que nos aqueja o de las oportunidades imperantes.

Como especie, la “modernidad” que practicamos, nos ha castrado en nuestras habilidades mas primarias y simples para olfatear el peligro, la adopción de medidas de reacción y resistencia eficaces y en muchos casos para la supervivencia.

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Vía / Autor:

// Carlos Chavarría

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Autor: lostubos
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