Por Obed Campos
Querido Samuel, sé que eres bien intencionado, pero la emoción te gana y pese a que estás rodeado de un grupo de prestigiosos litigantes, me parece que no te han dicho o no has hecho caso: no puedes romper el sigilo de las investigaciones que tendrá que llevar a cabo la Fiscalía. Eso es un delito y lo peor, echará por tierra las averiguaciones previas.
Haz de saber Samuel, que “los esqueletos” que has encontrado en los armarios de Agua y Drenaje, en las oficinas de Medio Ambiente en la Torre Administrativa y en otras dependencias, son pocos, en comparación a todo el desastre que significó la pasada administración.
El cuerpo del Gobierno de Nuevo León está putrefacto. Donde le pellizques saltará pus.
Pero tú debes de demostrar tus buenas intenciones y que tus acciones no quedarán en bravuconadas.
¿Cómo? Pues ajustándote a la ley.
Ajustando con la precisión de un cirujano las denuncias y las acciones legales que tengas que llevar a cabo.
Y eso sí: persiguiendo implacablemente a quien tengas que perseguir.
Nuevo León ya no aguanta más corrupción. En los últimos sexenios no se robaron las piedras del Río Santa Catarina no porque no les gustaran, sino porque no encontraron camiones para cargarlas.
Pero no hay que ser cómplices de la impunidad.
Porque, en esta situación, como enseña el catecismo, pecamos de pensamiento, palabra, obra y omisión.
No hay que ser omisos para no ser cómplices.