Noticias en Monterrey

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Por Félix Cortés Camarillo

Escribió el otro día Gabriel Zaid sobre los desastres invisibles, hablando de las fatalidades que nos pasan inadvertidas en virtud de dos características: su cotidianeidad y su lentitud. Ambas nos llevan a considerarlas como fenómenos naturales, que pertenecen al desarrollo de las cosas como siempre han sido y como siempre han de ser. Zaid señalaba como primer ejemplo de esos desastres invisibles el hundimiento inexorable, paulatino, invisible, de la Ciudad de México.

Eso, desde luego, debe preocupar a esos seres humanos que llamamos por alguna razón que se me escapa, chilangos. Debido a la política centralista que ha dominado este país desde su nacimiento, los pobladores de la capital, el ombligo de la luna, nos valen madre. Si se hunden, que se jodan. Se lo tienen muy merecido por haber tenido la idea imbécil de fundar una gran metrópoli sobre una base fangosa que le dejaron los lagos de Texcoco, Azcapotzalco y Tlatelolco entre otros, que no tenían las condiciones para sustentar la masa de concreto y carne humana en que la ciudad de México se ha convertido.

Pero hay otro desastre invisible que convertirá a la Humanidad en una Chilangolandia de proporciones que no somos capaces de imaginar: el sobrecalentamiento global. Precisamente eso de lo que se está discutiendo desde ayer en Glasgow, Escocia, en una conferencia mundial. Tratando de encontrar una solución que ya sabemos cual es, y para la que solamente falta la decisión política de los causantes de este desastre oculto.

El calentamiento del planeta es algo que existe desde que el planeta es. Lo que le ha hecho insostenible es la presencia y los actos del ser humano, de manera muy especial en los últimos dos siglos, en que llegó la revolución industrial con todas sus consecuencias. De manera particular la emisión de los llamados gases de invernadero. En pocas palabras, basar el progreso en la combustión de recursos fósiles y la consecuente liberación de dióxido de carbono que gradualmente destruye la capa de ozono, que filtra los potentes rayos solares.

Un botón: Durante el siglo diecinueve, la temperatura global, esto es el promedio de las zonas polares, las tropicales, los desiertos y los mares, era de 0.16 de grado Celsius bajo cero. A partir del siglo pasado la temperatura fue de un grado arriba del cero. Y creciendo. Hoy en día se aproxima peligrosamente a un grado y medio. Y subiendo.

¿Qué van a vivir las generaciones futuras? Sin que nosotros nos demos cuenta los glaciares enormes de ambos polos, la gran fuente del agua que bebemos, se están derritiendo. En consecuencia, el nivel de los mares está subiendo lentamente. Milímetro a milímetro, el mar se va comiendo las playas sin que nos demos cuenta. Para ser exactos, el siglo pasado el nivel del mar subió 3.2 milímetros en cien años. Hoy está subiendo en promedio 4 milímetros al año.

150 años, en la historia de la Humanidad, no es nada; Dentro de siglo y medio nosotros no estaremos aquí, ni nuestros hijos, ni nuestros nietos. El planeta tierra, sí: espero. Pero tengo la certeza de que no será el mismo. La tierra será cubierta por las aguas; un diluvio que viene; despacito, sí, pero viene. ¿Qué significa esto? A la larga, un nuevo Mapa Mundi. A la larga, centros de recreo como Acapulco, la Costa Azul, Ibiza o Punta Cana habrán desaparecido. Más bien, habrán corrido sus playas tierra adentro. Miami,, Nueva York, San Francisco, Estocolmo y Barcelona tendrán los centros de sus ciudades debajo del nivel del mar. Los Países Bajos serán más bajos aún. Si se le hacen pocos males, agréguele que el volumen de agua dulce será menor, la lluvia ácida, los huracanes y las inundaciones abundarán y los efectos en la flora y la fauna son imaginables.

¿Es inevitable ese Apocalipsis? Todavía no, pero casi.

Si los gobiernos de los principales emisores maléficos de metano y CO2 cambian su esquema de consumo de energéticos, hay futuro. Esos gobiernos tienen nombre y apellido: China y los Estados Unidos. Tienen cómplices, como México, cuyo gobierno actual sigue casado con el consumo de petróleo y sus derivados, y carbón.
¡En manos de quien hemos puesto nuestro destino!

PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): No nos hagamos tontos, doctor López Gatell y presidente López: las vacunas Cansino y Sputnik V, NO han sido aprobadas por la OMS por deficiencias de sus fabricantes al proveer información a la Organización Mundial de la Salud. Presionar, a la mexicana, para que se aprueben las vacunas que ustedes aplicaron a los mexicanos por sus pistolas, es jugarle al tío Lolo.

‎felixcortescama@gmail.com

Fuente:

Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

Etiquetas:

Compartir:

Autor: lostubos
Ver Más