Por Francisco Tijerina Elguezabal
“El exceso de severidad produce odio, como el exceso de indulgencia debilita la autoridad.” // Muslih-Ud-Din Saadi
No se puede combatir un delito y mucho menos intentar prevenir la comisión del mismo, cometiendo otro delito.
El hecho de que el propietario de un lugar o el organizador de un evento público sea responsable del cumplimiento de la Ley Antitabaco, no les da derecho a cometer impunemente el delito de ROBO a sus clientes en aras de presuntamente cumplir la normativa.
Me explico: el sábado acudí al beisbol al estadio de los Sultanes y cual fue mi sorpresa al percatarme de que en los accesos como parte del operativo de seguridad además de la antiquísima y poco efectiva “cacheada”, los empleados te trasculcaban para cerciorarse de que no introdujeras al parque cigarrillos, encendedores o vaporizadores y cuando te encontraban uno de estos productos te negaban el acceso y te decían que los botaras a la basura para permitirte el paso.
Y no había pero ni argumento que valiera: los porteros reciben órdenes y se limitan a cumplirlas y no les interesa en lo más mínimo (como tampoco les debe interesar a sus jefes) la opinión de los clientes que para ese momento ya pasaron por la taquilla y a quienes difícilmente les devolverán el importe de sus entradas si deciden quedarse con sus cigarros y no entrar al parque.
Va. En ese establecimiento no se consumen productos de tabaco y vaporizadores electrónicos, ¿y qué pasa si quieres salir por un momento del parque para echarte un cigarro y volver? ¡Que no te lo permiten! ¡Si se sale se salió y no puede volver a entrar!
Al obligarte a tirar cajetillas llenas, medias o casi vacías de cigarrillos y encendedores en las mismas condiciones, amén de los cigarrillos electrónicos, amablemente te ofrecen que los deposites en una bolsa o cesto de basura, ni modo que los tiremos a la calle así como así, de manera que al concluir su tarea alguien los recoge y lo más lógico es que se quede con ellos. ¿Qué destino final tendrá todo esto?
Visto así, no los porteros, sino los dueños de Los Sultanes a través de sus empleados están cometiendo el delito de ROBO al despojar a las personas de su legítima propiedad.
Traer consigo una cajetilla de cigarros, un encendedor o un vaporizador no es violatorio de disposición alguna; lo que no está permitido es fumar en espacios cerrados.
Obligarte a tirar a la basura tus cigarros, encendedor o vaporizador es un exceso. En las líneas aéreas te permiten volar con esos mismos productos y no te obligan a tirarlos, ¿de dónde sacan esas brillantes ideas los directivos Sultanes?
De la misma manera, si no está permitido fumar y aunque no sea ese es caso, debe ser posible salir del recinto y retornar al mismo puesto que ya pagaste una entrada y los organizadores deben tener mecanismos para casos así.
Si nos vamos a poner en ese plan, en todo caso los señores Sultanes deberían mejor ponerse estrictos con los tipos que consumen alcohol en cantidades industriales en su parque y que salen de sus partidos a manejar vehículos poniendo en riesgo las vidas de miles de personas.
Los cigarrillos y el encendedor los repones en unos minutos en una tienda de conveniencia, pero el pésimo partido que encima jugaron los de casa, terminó amargando un sábado que pretendía ser de diversión.
Así, ni vuelvo.