Por José Francisco Villarreal
Hace años, el periodista Fernando del Rincón entrevistó a Juan Gabriel a propósito de uno de los tantos escándalos en los que se le involucró. Para variar el escándalo en cuestión era sobre la vida sexual del divo. En algún momento, Del Rincón le preguntó “¿Juan Gabriel es gay?” Parte de su respuesta se ha vuelto legendaria, porque sin enfadarse contestó “Dicen que lo que se ve no se pregunta”. Juanga usó una variante de una fórmula convencional, el “por sabido, se calla”. Una fórmula interesante si se analiza un poco, porque implica no solamente asumir los hechos, también no cuestionarlos. El conformismo llevado a una frase proverbial de dudosa sabiduría.
A mí en lo personal no me hacen mucha ilusión las grandes y apoteósicas cumbres mundiales de lo que sea. A veces me parece un intento muy hábil para mantener vigente el proverbio. La estridencia también ensordece, y ensordecer es una forma de callar. Algo así como, “por sabido, se grita”.
Como sea, en el caso de la Cumbre del Clima, COP26, algo no agradó a los jóvenes, y una de las más indignadas fue la famosa Greta Thunberg. Yo, sin estar enterado del todo de lo que pasa en esa cumbre, también estaría desconfiando un poco si veo a Felipe “iberdrolo” Calderón placeándose en el encuentro.
Es evidente que la cumbre también se convirtió en una sede turística. La pasarela de líderes mundiales que, además, se codearon con representantes de las grandes empresas contaminantes. Y así ha sido en cada encuentro. Invariablemente los mayores contaminadores se apersonan con ideas y propuestas. Históricamente, los hechos han demostrado que sólo iban a defender sus intereses.
En esta cumbre, me da la impresión de que la presencia mexicana fue más bien escasa. México insiste en la extracción y uso de derivados del petróleo. Ahora, con la polémica despertada por la generación de electricidad, se acusa al gobierno mexicano de estar en contra de las energías “limpias”. Aunque la mayoría de las energías “limpias” no son tan limpias; contaminan menos o impactan al medio ambiente de otra manera. Son una alternativa adecuada para el Acuerdo de París, que en pocas palabras no trata de acabar con el calentamiento global sino moderarlo. Que la Naturaleza se adapte a nosotros y no al revés. Cerrar los ductos de petróleo a nivel mundial sólo tendría sentido si la generación de energías “limpias” (y hasta las “sucias”) se deja en manos de los Estados y no en las garras de las grandes empresas del ramo… Eso quedó muy claro en España y ahora en México.
Una cosa sí emocionó un poco mi espíritu reinero. El Gobernador de Nuevo León y el Alcalde de Monterrey participaron en esa cumbre. No se burlen, soy muy sensible, también me emociona ver videos de mariachis en la Plaza Roja o chavales holandeses cantando música norteña en los Países Bajos. Ambos mandatarios se han sumado a la iniciativa de cero emisiones de carbono para el 2050. Ambos viajaron con proyectos en el portafolio. Ambos hablaron en las mesas de análisis que se realizaron. Samuel y Luis Donaldo incluso hablaron en inglés, para no desmerecernos, aunque el inglés de Samuel me pareció un poco extraño. No entendí a ninguno; me confieso monolingüe y, la verdad, el idioma inglés no me gusta.
Fueron dos estilos distintos, aunque el propósito fue el mismo. Desmereció un poco la visita del Gobernador, porque, parar variar, fue condimentada profusamente por la polémica. Hasta el Vaticano alcanzó. Ya en Nuevo León tendrá que exponer claramente sus logros en la COP26 y explicar cómo va a lidiar con el asunto de la compra y/o renta de camiones urbanos, porque la movilidad es un tema factorial para el medio ambiente.
El Alcalde de Monterrey, por el contrario, fue más discreto en su viaje. Se tomó el asunto con más seriedad. Demostró que durante años hemos vivido siguiendo el proverbio aquel, “por sabido se calla”. Colosio fue hasta Escocia para declarar una emergencia climática en Monterrey. Una obviedad que nos negamos a ver. Era más que evidente que la metrópoli, y no nada más Monterrey, vive una emergencia climática desde hace años, y empeora cada día. ¿O nadie recuerda el sol de medianoche iluminando a la ciudad desde la vieja Fundidora? ¿El polvo rojizo en la colonia Obrera? ¿O el hollín de caucho en las casas del centro? ¡Ah! ¡Pero eso sí!, si el mandatario municipal hubiera hecho esa declaratoria en una sesión de cabildo, nos hubiera pasado de noche, o se nos habría olvidado en un par de días… u horas. Así somos de socarrones. Parecería que Colosio usó la estrategia de mi agüela cuando, ante sus amigas, exhibía mis travesuras… “¡A ver si así te da pena y te compones!”, decía.
¿Qué sigue ahora? Pues no sigue solucionar el problema metropolitano definitivamente. La guerra a favor del medio ambiente es muy cara, extremadamente cara. En estas cumbres climáticas, los países y empresas que contaminan más, podrán financiar limitadamente si quieren, pero no pagarán esa guerra. Samuel y Luis Donaldo tienen razón al proponerse iniciar la batalla desde trincheras locales. Por sabido se calla que ni el gobierno federal ni la comunidad internacional de países o empresas, van a venir a rescatarnos de la polución y la asfixia.
Enunciada ya la emergencia en Monterrey, se da por sentada la emergencia en el área metropolitana… y en todo el estado. Ahora, nuestros caudillos ecológicos locales deberán de dictar la estrategia y dar las armas. Falta sólo una tropa verdaderamente heroica. Aquí se sabrá qué tan patriotas somos los nuevoleoneses para librar una guerra que es contra nosotros mismos. Porque nosotros causamos esta emergencia climática. Siempre lo supimos y, hasta ahora, siempre lo callamos. Tuvieron que gritárnoslo, urbi et orbi, desde Escocia para al fin darnos por enterados.