Por Omar Cervantes Rodríguez
Tal parece que el enojo mostrado este lunes en la mañanera por el presidente Andrés Manuel López Obrador, con un manotazo real interpretado como un “por favor no me ayuden”, a propósito de la bandera de la austeridad republicana, pasará más allá de los análisis públicos y podría traer acciones correctivas en el corto o mediano plazo.
La boda de la pareja Nieto-Humphrey, el decomiso de 35 mil dólares en un avión privado propiedad del dueño de un medio de comunicación y que llevaba como pasajera entre otros a Paola Felix Díaz, hasta ese momento secretaria de turismo del gobierno de la Ciudad de México, no sólo ha sido tendencia en redes y una de las notas políticas más comentadas en todo sentido, sino que cimbró directo al corazón del Palacio Nacional.
“Bueno, pues que es un asunto escandaloso, en efecto. Aun cuando se trata de un acto privado, pues los asuntos públicos en México son cada vez más públicos o se sabe más de asuntos o eventos privados. Antes no se conocía nada, había mucha ostentación, mucho derroche, pero todo se silenciaba; ahora no, por eso hay que recomendarles a los servidores públicos que actúen con moderación, con austeridad y que sigan el ejemplo de Juárez, que decía que el servidor público debía aprender a vivir en la justa medianía”, dijo ayer en la mañanera un presidente con tono enfático.
Además a pregunta expresa de la reportera que tocó el tema, sobre si esto no genera dudas en que el amiguismo ponga en conflicto de intereses la labor del titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, el presidente asintió que debe cuestionarse a los servidores públicos y sentenció: “yo por eso no voy a eventos sociales”.
Por supuesto este tema revivió algunas otras bodas con olor a política que en el pasado han tenido repercusiones, destacando la de Cesar Yáñez y Dulce Silva, en el periodo de transición de Lopez Obrador cómo presidente electo, misma que muchos aseguran fue el motivo de ruptura del tabasqueño con quien fuera su vocero y brazo derecho durante dos décadas, ya que pudo más la crítica pública por haberse publicitado en la revista Hola, contrario al pregón de la austeridad.
Evidentemente abundan ya las comparativas entre uno y otro evento y la cercanía de ambos con López Obrador y la vara con la que el presidente suele medir este tipo de acciones y la forma como toman decisiones.
Los que conocen bien al presidente piensan que las respuestas de este lunes comunican mucho y que el mandatario es muy estricto en estas posturas ideológicas ya que si él pregona con el ejemplo, viviéndose en la austeridad republicana y ha hecho de este tema uno de sus pilares discursivos, lo que menos espera es que sus principales colaboradores hagan eco de esta forma de actuar mientras están en la función pública.
Y como dicen que en política la forma es fondo, pues estaremos muy atentos a ver cuáles son las réplicas de este sismo que impactó en Palacio Nacional.
Por lo pronto anoche un escueto comunicado de la presidencia anunció un cambio.
“Por instrucciones del presidente de la República, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, dio posesión a Pablo Gómez Álvarez como nuevo titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) a partir de este día. Gómez Álvarez releva a Santiago Nieto Castillo, quien asumió el cargo desde el 1° de diciembre de 2018 y presentó su renuncia al jefe del Ejecutivo federal el día de hoy. Pablo Gómez Álvarez es economista egresado de la UNAM, catedrático y exlegislador; destaca por su trayectoria a favor de causas sociales y derechos humanos a partir del movimiento estudiantil de 1968 y en distintas etapas históricas del país”, dice el comunicado circulado la noche de ayer.