Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
El gobernador constitucional de Nuevo León, Samuel Alejandro García Sepúlveda, acató las “recomedaciones” del dueño de El Norte –metasecretario de Salud–, Alejandro Junco de la Vega, de revisar las políticas públicas ante la pandemia ahora que Ómicron se desató en tierras nuevoleonesas.
Lo comenté en una columna pasada, El Norte planteó su divorcio prematuro con la administración de Samuel García al condicionarle su “apoyo” y sus aplausos: “Tan no tenemos nada en contra de la Dra. Marroquín como de su jefe el tres veces Dr. en Derecho (y suponemos Izquierdo), el Gobernador Samuel García, que acabamos de alabarlos por su convenio con el HU para salvar a los niños con cáncer.
“Y lo volveríamos a hacer gustosos si demostraran ambos una consistencia seria y apego a la prudencia en sus decisiones y dichos posteriores”.
La crítica del medio de comunicación: “Si es cierto, como lo es, que los casos van subiendo, entonces ¿cómo demonios se les ocurre ordenar una reanudación escolar PRESENCIAL, aunque sea al 50 por ciento?”
¿El dictamen de García Sepúlveda? Pues olvidarse del 50 por ciento y el regreso a clases será de una manera híbrida, mixta y voluntaria. Una respuesta que satisface a El Norte, pero que los ciudadanos la ven híbrida, mixta, involuntaria. Por quedar bien con Alejandro Junco, Samuel Alejandro queda mal con los ciudadanos y con el magisterio puesto que les cede a ellos toda la responsabilidad en esta ola de la pandemia. Lavarse las manos es parte de nuestra rutina cotidiana, pero Samuel Alejandro la maximizó a la manera de Pilatos.
Destacó el medio: “Este Gobierno estatal tiene la oportunidad de, por la vía del contraste/ejemplo, demostrar que el gobernar y la verdad no están reñidos, que la congruencia y la prudencia conforman en una sociedad democrática sendas virtudes de política pública que apoyan y ayudan a la sociedad a sortear momentos delicados en su vida colectiva”.
Y, sin embargo, este domingo Samuel Alejandro perdió la oportunidad. Por congratularse con Junco de la Vega, ninguneó el trabajo de los maestros al decir que hay dos años perdidos de clases. ¿Y el enorme esfuerzo magisterial de proporcionar el servicio educativo en línea?
En fin, el gobernador le aventó la pelotita de su responsabilidad a los ciudadanos y ahora el ejercicio público de las políticas públicas no recae en la administración pública. El nuevo Nuevo León es un gobierno de “voluntariato”. Sólo me resta escribir que las “recomendaciones” del metasecretario de Salud de Nuevo León, Alejandro Junco de la Vega, fueron acatadas. El viejo Alejandro ya le tomó la medida al joven Alejandro.
