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Por Félix Cortés Camarillo

Terminé de leer el libro de las memorias de Javier Coello Trejo, El Fiscal de Hierro, apenas ayer, no por desinterés u holganza, sino simplemente porque el primer tiraje se agotó rápidamente y tardé en conseguir un ejemplar. Sus 348 páginas se leen con rapidez por su lenguaje llano, y porque el eje central de estas memorias es la reiteración de su eficiencia como investigador, lealtad como subalterno, honestidad impecable como funcionario público y amor indubitable a México.

Reconociendo su afamada forma ruda de actuar, y una expresa oposición a las actuales políticas de abrazos en lugar de balazos, el policía a quien López Portillo llamó «fiscal de hierro» nos revela en su libro detalles de historias públicas de gran interés, como la captura de Joaquín Hernández Galicia, La Quina, el rescate de las invaluables joyas robadas una Navidad al Museo Nacional de Antropología e Historia, la cachetada que le dio al obispo Samuel Ruiz en Chiapas, convencido, con pruebas, de que era instigador y proveedor de armas del EZLN, o de cómo le salvó la vida a Amado Carrillo Fuentes teniéndolo detenido .

Para los interesados en la cosa pública es un libro interesante y divertido: nos ratifica que si los Estados Unidos no tienen amigos sino intereses, los políticos no tienen aliados sino piezas que se mueven a la sombra de los chismes y las intrigas, como las que a Coello despojaron de la cercanía con el presidente Salinas, productos de las maquinaciones de Jorge Carpizo, Sergio García Ramírez y especialmente Manuel Camacho Solís.

Pues es este mismo Javier Coello Trejo, dedicado hoy al litigio legal al frente de un despacho que lleva su nombre, el que se ha lanzado a denunciar penalmente al subsecretario de Salud Hugo López-Gatell acusándolo de homicidio por omisión e incompetencia en el caso de muertos por la pandemia del Covid 19. El sustento para la parte acusadora es la muerte de familiares de dos colaboradores del despacho jurídico de Coello Trejo. Sin embargo, hay decenas, tal vez centenares de miles de deudos que podrían subirse a esta demanda con los mismos argumentos.

Según Coello Trejo y Asociados, López-Gatell incurrió repetidamente en incompetencia y omisión para cuidar la salud de los mexicanos, como dice la función pública que tiene a su cargo desalentando las medidas preventivas como el uso de cubrebocas o evitar las concentraciones, prohibiendo la aplicación de pruebas, aprobando sistemas y calendarios de vacunación que disminuyeron la eficacia de los fármacos. Eso sólo las evidencias más conocidas por las mayorías.

Javier Coello Trejo va a perder este juicio, aunque tenga razón, porque el presidente López ha perdido completamente el juicio desde hace tiempo. Para el presidente de la cuarta simulación es suficiente que se cuestione a uno de sus designados a cualquier cargo, así sea la embajada en Panamá, la secretaría de Educación, la subsecretaría de Salud o cualquier otro, para que en automático el denunciado adquiera la protección ad nauseam del presidente. Ese es precisamente el caso del doctor López-Gatell.
El mejor seguro que puede tener un funcionario público en esta administración es que se descubra y se haga pública alguna conducta ilegal, amoral, perniciosa o criminal. Con ello puede estar seguro de que el presidente López lo defenderá hasta las últimas consecuencias.

Aunque haya perdido el juicio.

PREGUNTA PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): con todo respeto, señor presidente, su “testamento político” ¿se inspira en la carta de Lenin al XXIII Congreso del Partido Comunista? Si es así, es muy fácil acomodar quiénes son los equivalentes a Stalin, Trotsky, Kamenev y Zinoviev. Debiera usted publicarlo.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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