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Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

No es bondad ser mejor que los peores. // Séneca

Estamos hechos de palabras, dice Octavio Paz, todo lo que no se nombra se olvida, y el libro nos permite capturar las palabras -que solo son soplos de aire- y conformar con ellos cofres de conocimiento. // Irene Vallejo

No todo el mundo encaja en el servicio público. Unos porque lo entienden como autoservicio y otros porque carecen de la paciencia y el espíritu de abnegación que supone exponerse al escrutinio generalizado y poner buena cara a todo el mundo, especialmente a los malencarados. Pocas chambas requieren tan puntillosamente de profesionalismo, tacto y sacrificio, mismos que sin embargo muy rara vez se exigen, y cada día menos. De un tiempo para acá se multiplican los funcionarios públicos déspotas y groseros, además de ignorantes y malintencionados. Gente que no pretende ya desquitar su sueldo, sino lanzar regaños, cacareos e incluso moralejas entre quienes se atreven a contradecirles. // Xavier Velasco

Una salus victis nullam sperare salutem. // Virgilio

Una escribe su primer libro sin saber si lo va a poder publicar —sin saber siquiera si lo va a lograr terminar—. Por ese mismo motivo, quizá, la experiencia de escritura es mucho más ligera, juguetona, irresponsable, más caótica, de la mejor manera posible. Creo que, desde entonces, he pasado el resto de mi vida buscando las sensaciones que descubrí durante ese primer proceso de escritura. Todavía no lo logro, pero cuando sea tan sabia y elegante como Margo Glantz, lo lograré. // Valeria Luiselli

No es misión de los dioses procurar nuestra seguridad, sino nuestro castigo. // Tácito

Ocio sin letras es muerte y sepultura en vida. // Séneca

Nox atra cava circunvolat umbra // Virgilio

Yo soy leal, porque la fidelidad es una virtud canina. // Renato Leduc

La estructura cinematográfica me ayudó a organizar mi narrativa en secuencias breves con descripciones visuales y ágiles, como si fuese una película. Mi secreto es que mi esposo es guionista, se dedica al mundo audiovisual, y me transmitió esta técnica. Lo que yo quería era hacer contacto con el lector, cautivarlo y motivarlo a seguir la lectura. // Irene Vallejo

Lo que te dije en mi última carta es cierto, es el trato con el mundo lo que ha endurecido mi corazón. Pero te engañas en lo que respecta a los detalles, entre las decepciones mundanas no debes incluir el descalabro de ningún proyecto matrimonial; soy responsable de incontables absurdos, pero espero que Dios siga ayudándome a escapar de la peor de las lacras sociales: el matrimonio. // Lord Byron

Nunca hubiera esperado que mi libro se transformara en un best seller puesto que es una obra que no nació del cálculo de ejemplares a vender sino de una necesidad interna de expresarme. Yo me propuse crear un ensayo de aventuras en el cual adopté un tono cálido y emotivo para redactarlo, casi como si fuera un relato oral. Fue un experimento y no acabo de agradecer la forma en que los lectores la adoptaron. // Irene Vallejo

Shakespeare siempre condensa los asuntos humanos de manera suprema. Mi corazón está ahogado de la misma miseria emocional que el de Hamlet cuando le dice a Ofelia: «¡Vete a un convento!». Me gustaría morir. Me deprime la existencia de ese mundo brutal por el que te paseas sonriente. Y todavía más que al mundo odio a los hombres y a las mujeres. // John Keats

Las bibliotecas son logros colectivos, son democráticas: todos pueden acercarse a leer. Los libros son hospitalarios, no te exigen terminar de leer, se abren de nuevo cuando regresas a ellos. El término lector se asocia con el de “elector”, es decir, aquel que selecciona lo que va a leer. Los libros nos brindan la esperanza de lucidez, de reflexión, de imaginación, en resumen, protegen el acceso al conocimiento y amplifican el pensamiento humano. // Irene Vallejo

En el siglo VI antes de Cristo vivió un filósofo, poeta y profeta griego llamado Epiménides Festio, que fue el primero en poner de manifiesto la problematicidad inherente a todo narrador, la posibilidad del narrador mentiroso.

Según cuenta la leyenda, Epiménides, huyendo del calor del mediodía en el Egeo, se refugió en la frescura de una caverna. Y allí durmió, si nos atenemos a la crónica de Diógenes Laercio, durante cincuenta y siete años seguidos. Plutarco corrige este dato y, procurando dotar de mayor verosimilitud al relato, afirma que su sueño solo duró cincuenta años. Al despertar por fin de su letargo, advirtió que había sido tocado por los dioses y que lo asaltaban sin cesar las revelaciones divinas.

Corrió a la ciudad y comenzó a estamparles a todos en la cara verdades como puños. Entre otras muchas cosas, dijo:

—¡Los cretenses son todos unos mentirosos!

Teniendo en cuenta que Epiménides era cretense, su aseveración encerraba todo un dilema. Porque si Epiménides es cretense y todos los cretenses mienten, entonces cuando Epiménides afirma «Los cretenses son todos unos mentirosos», o bien no miente, y por lo tanto al mismo tiempo no estaría diciendo una verdad, o bien miente y estaría diciendo la verdad, lo que automáticamente implicaría al menos un cretense que no es un mentiroso.

Los filósofos posteriores no tardaron en reparar en la verdadera magnitud del problema, y se esforzaron incluso en afinar su enunciación para poner aún más de relieve su carácter paradójico. Así, mudaron la premisa original a «Las afirmaciones de todos los cretenses son siempre falsas». O a otras equivalentes como «Ningún cretense dice nunca la verdad», o más sencillas como «Esta frase es falsa», o simplemente «Miento». Y pasaron el resto de la historia tratando de resolver la paradoja, originando decenas de obras y de teorías en los campos de la semántica, la lógica, la matemática y la filosofía del lenguaje.

El problema fue al fin resuelto en el siglo XX. Entre otros, lo resolvió Kurt Gödel cuando consiguió formular su primer teorema de la incompletitud, que vino a demostrar que cualquier sistema axiomático recursivo, lo suficientemente consistente como para definir los números naturales, contiene afirmaciones que no se pueden demostrar ni refutar dentro del propio sistema. O también Bertrand Russell, con su teoría de los tipos, que descartó esta clase de sentencias paradójicas por estar mal formadas, es decir, porque no se ajustan a las reglas de formación del propio sistema al que pertenecen.

En otras palabras, para entender lo que sucede cuando afirmo que miento deberíamos distinguir entre un lenguaje y el metalenguaje que se refiere a ese lenguaje. Y en el caso de que nos elevemos a un nivel o conjunto superior —como ahora mismo, mientras me aventuro en este bucle—, entre el metalenguaje y el metametalenguaje de ese metalenguaje, y luego hablaremos del metametametalenguaje del metametalenguaje de ese metalenguaje, y así sucesivamente. Las paradojas semánticas sobre la verdad quedarían entonces suprimidas en cuanto descubrimos que «Es verdadero» o «Es falso» no pertenecen al mismo nivel de metalenguaje que «Miento». // Juan Jacinto Muñoz Rengel

Es necesario asociar la lectura a la elección, no a la obligación, brindar a los niños y jóvenes un abanico de obras. También es esencial leer cuentos a los niños, mi madre me leía cada noche y así me enamoré de los libros. Se necesita brindar momentos de tranquilidad asociados a lectura para construirla como un placer. Sin duda, prácticas como estas nos ayudarán a enganchar a los lectores del futuro. // Irene Vallejo

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Vía / Autor:

// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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