Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Todo el mundo se queja de no tener memoria y nadie se queja de no tener criterio.” // François de La Rochefoucauld
Sí, también fui joven y sí, también trabajé en el gobierno y también me quería comer el mundo y creía que me sabía de todas, todas, pero por fortuna tuve siempre cerca a personas que me guiaron y orientaron, que me advirtieron e impidieron que cometiera estupideces y para mi buena suerte los supe escuchar.
El problema de los jóvenes que hoy nos gobiernan es que no escuchan y no les interesa escuchar y, lo que es peor, cuando alguien osa llevarles la contraria, con la mano en la cintura lo despiden y colocan a otro que a todo les diga que sí.
Hoy, aquí, lo “políticamente correcto” es más importante y tiene mayor peso que cualquier costumbre o tradición; lo de hoy es verse “nice”, aunque los problemas reales, los de verdad, no los resuelvan y no tengamos visos ni de cómo ni de para cuándo los van a arreglar.
Así, el poder de Protección Civil de Monterrey se dejó sentir este sábado en la Colonia Obrerista impidiendo la tradicional “Quema de Judas”, evento que nada más tenía 80 años ininterrumpidos de celebrarse y que reúne a centenares de familias que acuden a compartir una tarde juntos.
Los celosos guardianes de nuestra seguridad vecinal argumentaron que si la seca, que si la contaminación, que si la falta de agua y por ello no otorgaron el permiso para prenderles fuego a cuatro tristes piñatas con cuetes.
Más tarde, al darse cuenta de la metida de pata, la solución fue inventarse una mentira, pero eso sí una mentira oficial con un comunicado, diciendo que solamente les había “recomendado” no hacer la tradicional quema.
Si tan preocupados están por el bienestar de los regiomontanos, ¿por qué no hacen nada contra la CFE, Telmex, Gas Natural y Agua y Drenaje a las que (tampoco hacen nada para impedirlo), les roban las tapas de sus registros que quedan abiertos y en los que diariamente caen personas lesionándose.
A todo lo largo de la avenida Colón, hay decenas de trampas mortales sin que nadie ponga freno.
Lo peor, lo grave, lo increíble, es que los policías saben perfectamente a dónde van a parar esas tapas robadas y no hacen nada, y no detienen ladrones ni consignan compradores de chueco, ni evitan que más personas se accidenten.
¿Por qué en lugar de jugar al protector del ambiente o decir que intentan impedir incendios, no arreglan los semáforos de la ciudad que son un despiporre? ¿Será acaso porque es más sencillo hacerla de bronca a unos vecinos que a unos simples rateros a los que les tienen pánico?
Les falta criterio, pero también saber escuchar.