Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
Litigar en los medios de comunicación no es litigar, es intentar la persuasión. Se trabaja sobre la percepción, no sobre la realidad. Cuando se litiga mediáticamente es porque se tiene perdida la batalla en los tribunales y, se sabe, la opinión publicada no es la opinión pública. Si el gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda desea dar la imagen de que es un funcionario “echado pa’delante” y que “da la cara”, falla. En política, vieja o nueva, no se trata de dar la cara, se trata de dar resultados y, hasta ahora, Samuel Alejandro ha sido un fiasco.
Para mostrar empatía de su gobierno a la lucha feminista, hizo que la titular de Amar a Nuevo León, Mariana Rodríguez Cantú, asistiera a una de las primeras marchas por los feminicidios. Quien no conoce la historia, está condenado a repetirla, pero a repetirla grotescamente. Hace doce años el ex gobernador Rodrigo Medina organizaba la “Marcha por la Paz”, un evento oficial priista donde se rentó a figuras del espectáculo de Nuevo León y donde el entonces gobernador participó “como un civil más”. Rodrigo exigía la paz cuando él debía proporcionar la seguridad ciudadana. Repetitivo, desde el poder del actual Gobierno del Estado, se pretenden empáticos con la lucha feminista cuando desde ese poder deben de procurar la seguridad de las mujeres. La tontería política se cuenta sola, el poder gubernamental nunca es sociedad civil. Por eso la insoslayable acusación de las marchas: “Mariana no es aliada, es privilegiada”.
En un round más que de sombra, de sombras (la vida pública de Nuevo León no sólo se encuentra ensombrecida, también enrarecida), Samuel Alejandro subió al ring al fiscal general, Gustavo Adolfo Guerrero, acusándolo públicamente de “legaloide”. Más que jab, golpe directo en la respuesta del fiscal, quien derribó al gobernador ya que, si la fiscalía tiene que investigar feminicidios, es porque el Gobierno de Nuevo León falla en la protección de las nuevoleonesas. Tan dura estuvo la respuesta que Samuel Alejandro tuvo que convocar a Gustavo Adolfo a hacer las paces en un saludo muy cordial en su derrota.
En política una caja china equivale a una cortina de humo, un elemento de distracción para ocultar evidencias o verdades incómodas de los gobiernos. Los gringos denominan a las cortinas de humo o cajas chinas wag the dog: mientras te distraes mirado cómo el perro menea la cola, te tira la mordida.
Samuel Alejandro, en su estrategia de cajas chinas, le dijo al Bronco que en vez de cartitas enviadas al presidente Andrés Manuel López Obrador, que explicara cómo se desviaron 18 mil millones de pesos de Agua y Drenaje de Monterrey. A los alcaldes de Nuevo León los denunció por esconderse y no enfrentar los graves problemas del estado. Que había grupos perversos (los incendios) que pretendían desestabilizar al Gobierno de Nuevo León y que gente allegada a Jaime Rodríguez Calderón les pagaba a mujeres infiltradas en las marchas para hacer desmanes en propiedad privada y pública.
Wag the dog: mientras las cajas chinas se sucedían, mordían al ciudadano con el tarifazo del Metro, con “olvidar” los altos índices de contaminación, con una movilidad hecha trizas cuando los usuarios esperan más de una hora el camión, con reventar los recortes programados del agua y cortar el servicio cuando se les da la gana, con ocultar la inseguridad que padecen los ciudadanos y las ciudadanas del estado.
Litigar en los medios, ¿a quién engañan? Ahora resulta que todo es una conspiración (Alejandro Junco de la Vega cuasi dixit) para desestabilizar al gobernador pero, desde mi ingenuidad periodística inquiero, ¿cómo se puede desestabilizar a un inestable?