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Por Francisco Tijerina Elguezabal

“Prohibido prohibir”
Yomero

No señor Gobernador, no me prohíba usted nada, que no ocupa ese cargo para ese fin.

Su trabajo es otro, no decidir a dónde voy, qué espectáculo me gusta o lo que es mejor para mí y mi familia.

No señor, usted no tiene potestad para erigirse como un poder supremo o absoluto; su deber es gobernar para todos, incluidos los que en la teoría que hoy convenientemente maneja, amamos y disfrutamos de la tauromaquia, actividad que contra su errónea percepción no constituye un acto de crueldad animal.

Le sugiero que se informe, que pregunte, que se oriente, antes de dejarse llevar por la fácil pose de apoyar a grupos que llegan a Palacio. Usted mismo, no hace mucho, publicaba fotos sonriente capturando peces en el mar junto con su esposa; usted también tiene un importante grupo de amigos amantes de la cacería, ¿hay congruencia?

La base sobre la cual sustenta su falsa postura animalista parte de un error. Apuesta usted a la percepción y no a una realidad sin tomar en cuenta otros elementos; a usted le interesa más el “like” que los efectos que su decisión pueda tener y eso, permítame decirle, es un acto de absoluta irresponsabilidad.

Porque reitero, usted está donde está para gobernar para todos, incluidos los que no comulgan con sus ideas y las de su esposa; es su obligación el velar por los derechos de esas personas también, mismos que debe respetar siempre y en todo momento.

Intentar prohibir la tauromaquia es lo mismo que intentar prohibir que lea un libro, escuche un disco o vea un programa de TV, es mi gusto y decisión.

Vamos aclarando paradas: una corrida de toros es un acto en el que toman parte dos particulares en su justo derecho, uno ofrece un espectáculo y otro, al comprar un boleto,  acepta asistir a él; nada tiene qué hacer ni ver la autoridad en ello, porque simple y sencillamente no afecta la vida de las personas, no atenta contra los derechos de nadie que no se vea implicado, no obliga a nadie que no lo quiera a verlo, ¿es tan difícil entender?

Debemos pugnar por un mundo de libertades, no de prohibiciones y el nuevo Nuevo León debe significarse por ello, no por una visión simplista en donde se pondere los “likes” por encima de la razón y la justicia.

La agenda del nuevo Nuevo León debe impulsar la paz, la justicia, el respeto a la diferencia de opiniones y la equidad, sin pretender imponer a través de prohibiciones sus gustos o preferencias, o lo que es aún peor, las de grupos de interés muy particulares: de otra manera su Nuevo León dejará de ser nuevo para involucionar tanto que se convertirá en réplica de la Santa Inquisición.

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// Francisco Tijerina Elguezabal

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Autor: lostubos
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