Noticias en Monterrey

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Por Félix Cortés Camarillo

Estimable -que no estimado- Samuel García, gobernador del estado de Nuevo León Nuevo León, ausente:

Pues fíjese usted que ayer nuevamente no hubo agua en ésta su casa. El día anterior no hubo luz, las bombas fallaron y aunque sí quedaba un poquitín de líquido en la cisterna, el agua no subió, y como descubrió Isaac Newton hace un chingo de años, lo que no sube no baja. Ni luz ni agua en ésta su casa. Claro que me refiero a mí casa; en la suya estoy seguro de que no falta agua ni luz.

Sobre todo el agua, porque aunque las velas de sebo, o mejor de parafina, pueden sustituir los focos Led y ayudarme en las lecturas nocturnas de Benedetti que estoy redescubriendo, no me dejan encender la tele sin la que yo no puedo vivir, aunque no le esté prestando atención. Pero ayer no había agua ni para lavarse la parte posterior de las orejas, que por alguna razón que escapa a mi entendimiento mi madre estableció sin discusión posible, y ahora menos desde que falleció, como parte primordial del cuerpo humano en lo que a higiene se refiere. 

Pero tampoco había agua para beber.

Yo reconozco que en lo personal la virtud potable del agua me tiene sin cuidado, porque -como diría YSQ- tengo otros datos y otras opciones para el arte de las libaciones. Sin embargo, sucede que aparte de lavarme las orejas, yo necesito agua para deshacerme de las excreciones residuales que inevitablemente envía mi cuerpo, todos los días.

Pero mi adorada esposa Bertha me mandó a conseguir cuando menos un garrafón de veinte litros para resolver lo indispensable. Lo indispensable no incluye ni por asomo la limpieza de la parte externa del oído de ninguno de los tres habitantes de ésta su casa. Así se dice en mexicano, pero me refiero a mí casa.Presumo que usted entiende lo que es tener una esposa que manda en el hogar. Yo sí, y por eso me lancé por estas calles de Dios y las tiendas de conveniencia, a comprar un dichoso garrafón de Ciel, Bonafont o lo que hubiera. 

Ni en el super, ni en el super super, ni en el hiper, había tan preciada posesión. Me dijo una señora en un super 7: no lo va a encontrar ni aunque fuera a la basílica. Yo no sabía que ahí tenían un Oxxo.

Pero en mi periplo llegué a un Oxxo en Lázaro Cárdenas, pegado a una gasolinera que es tocaya de la tienda, donde abundaban los garrafones llenos. ¡Aleluya! casi grité porque yo soy muy discreto cuando expreso mis emociones extremas. Agarré el pomo de etiqueta azul y procedí a la caja: “Y en dónde está el garrafón que trajo?” preguntó la mozuela. No, le contesté, no traje nada. Le pago lo que cuesta el envase. “Pues no le vendo el agua si no trae el botellón”.

Yo, que pierdo la paciencia con dificultad (ja,ja,ja) le expliqué en los mejor términos que esa actitud no solamente era imbécil, sino una violación al tratado universal del libre comercio firmado en Viena no sé cuándo, al sentido común, a la dignidad humana y al sobrecalentamiento del planeta. Me repitió que no me vendía el agua si no traía yo un envase vacío. Me dijo que “ellos” habían recibido esa instrucción.

Abandoné el garrafón al cual ya le estaba cogiendo cariño y le espeté a la joven en mi mejor español que esto no se quedaba así, que yo iba a poner una queja airada por todo lo anteriormente sucedido. Sobre todo honrando la parte posterior de mis orejas. Le dije que me iba a quejar con Femsa, que es dueña de Oxxo. Luego me iba a quejar de Arca, que me parece que es pariente cercano de Femsa, porque Arca es dueña de Coca Cola que es dueña de Ciel, agua purificada.

“Hágale como quiera”, me dijo. Pero me indicó que mejor me quejara con el gobernador -ahora usted- porque usted era el responsable de que tengamos en el estado el gravísimo problema de abasto del agua. No me dijo que también era responsable de la crisis del transporte, la inseguridad, el descontrol de precios y otras minucias. Nada más me dijo que la queja era con usted. Aunque usted quiera endosarle las mentadas de madre al Bronco, en el puro estilo de Andrés Manuel.

Claro, usted va a emular a don Vicente Fox en su memorable expresión “Y ¿yo por qué?”

Simplemente, Samuelito, porque -aunque usted no se haya dado cuenta- usted es el gobernador de Nuevo León.

Sinceramente, Félix Cortés Camarillo

Fuente:

Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

Etiquetas:

Compartir:

Autor: lostubos
Ver Más