Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
Que la ignorancia no te niegue,/ que no trafique el mercader/ con lo que un pueblo quiere ser.// Lo están gritando siempre que pueden,/ lo andan pintando por las paredes. // Serrat
Cuando el gobernador constitucional de Nuevo León, Samuel Alejandro García Sepúlveda, se divorció de los ciudadanos que lo eligieron, las pintas, los grafitis en su contra aparecieron en el Metro de Monterrey. Y en las redes sociales: “Samuel, estás bien pendejo”. El aumento progresivo de imposiciones en contra de los ciudadanos estaba decretado. Como candidato prometió no aumentar ni impuestos ni nada, como gobernador hizo lo contrario.
En la transición entre su gobierno electo y el gobierno de Jaime Rodríguez Calderón, se notó su vena represora, en principio, contra la prensa. Lo primero que solicitó al Bronco fue que incluyeran en la Tesorería del Gobierno del Estado a dos de sus alfiles recaudatorios no para el interés público, sino para el interés privado de Samuel Alejandro. Una llamada bastó para que Enrique Torres, secretario de Gobierno, incluyera a dos siniestros personajes, empleados del despacho de Samuel García Senior, o Mascorro: Félix Arratia Cruz (comprometido a través de su despacho jurídico con la familia García Sepúlveda-Mascorro) y Carlos Mendoza Cano, cómplice orgánico de los samueles.
Con el SAT de Nuevo León y la Unidad de Inteligencia Financiera, Samuel Alejandro no pensó gobernar al estado, sino hacer negocios. La voracidad financiera y política lo encegueció, primero se fue contra Código Magenta de Ramón Alberto Garza (inclusive le congeló las cuentas), luego contra una empresa que cuestionó sus licitaciones y, más recientemente, en contra de Carlos de la Fuente y Zeferino Salgado.
Samuel Alejandro llegó a la gubernatura para hacer negocios, no para gobernar. La crisis hídrica no la inventó Jaime Rodríguez Calderón, la provocó García Sepúlveda; la crisis de movilidad, otra vez queriendo hacer negocio, la diseñó Samuel Alejandro, hasta que Abelardo Martínez le cantó un tiro; la crisis de inseguridad, los feminicidios incluidos, son por la falta de prevención y la trata de blancas es un tema para el gobernador y su princesa consorte, Mariana Rodríguez (la salida de Alicia Leal de la Secretaría de la Mujer es un indicio de la descomposición).
Para el país, por culpa de Samuel Alejandro, Nuevo León está de risa. Quien es humilde, desconoce la humillación; los soberbios, clasistas, racistas, bocabajean a las primeras de cambio (nuestro gobernador como candidato se burlaba del sureste, ahora lo añora). Al presidente Andrés Manuel López Obrador le interesa la gobernanza en cada estado del país. Como Samuel Alejandro no puede gobernar a Nuevo León, envió a Adán Augusto López a resolverle el problema hídrico y, de paso, también el político a través de Héctor Gutiérrez de la Garza quien conjuga su profundidad jurídica con su acción política.
Agua y Drenaje de Monterrey ya no es de Nuevo León, es de Conagua (sólo falta que Gobernación asuma la administración). A pesar de los berrinches de Samuel Alejandro, Gustavo Adolfo Guerrero y Javier Garza y Garza, los fiscales, no serán removidos. Con la llegada de Gutiérrez de la Garza, como delegado plenipotenciario político, el PRIAN (Francisco Cienfuegos y Zeferino Salgado) tendrán que bajarle de güevos.
La 4T, por la imbecilidad y los intereses cruzados de Samuel Alejandro García Sepúlveda con los poderes fácticos (empresarios del agua, delincuencia organizada, Enrique Alfaro, etcétera), asumirá la conducción del estado. Lo manifestó en La Mañanera, sutil, Andrés Manuel. Y oficialmente se dio con el “Reforzamiento de las acciones del Gobierno Federal para el abasto de agua”.
Las crisis de Samuel Alejandro serán resueltas desde la 4T y Samuel Alejandro cada vez tendrá menos espacio de maniobra para su corrupción (ya tiene hartos hasta a sus cercanos, como Javier Navarro y Martha Herrera).
Los nuevoleoneses lo van gritando cada que pueden, lo van pintando por las paredes: “Samuel, estás bien pendejo”.
