Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
No lo sé de cierto, mi biblioteca se desvanece en distintos espacios, pero recuerdo una reflexión de Gabriel Zaid donde hablaba de que después de la Revolución, el poder lo detentaron los generales, luego los licenciados y, posteriormente los doctores, los posgraduados… y fue cuando más mal la pasamos como país. Lo que la 4T ha denominado el periodo neoliberal.
En consonancia de estar en contra de todo lo que suceda en el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, ahora el conservadurismo ningunea a la nueva secretaria de Educación, Leticia Ramírez Amaya, por “gestora”, sin experiencia, chaira, sin preparación, sin conocimiento, vinculada a René Bejarano y Dolores Padierna y buscan en la historia de México a los ilustres que han sido, desde José Vasconcelos, titulares del despacho.
Para los desmemoriados de la derecha, hay que recordarles a un secretario de Educación con posgrado en la Universidad de Oxford, Aurelio Nuño Mayer, quien fue exhibido por una alumna de primaria cuando ni siquiera pudo pronunciar bien el verbo leer: Y se oyó a la niña decirle a Nuño Mayer: “No se dice ‘ler’, se dice ‘leer’”.
“La cosa cambió cuando empezó a creerse que la educación superior, en vez de ser una forma de cultivarse, era el aprendizaje necesario para hacerse cargo de una posición privilegiada. Los títulos se volvieron credenciales trepadoras” (“Licenciados en natación”, G. Zaid).
El aula, el sindicalismo y la gestoría de Leticia son mejores que el posgrado de Oxford de Aurelio, o la educación como rumorología y grilla de Otto Granados. La lealtad en política no lo es todo, pero casi. ¿Enrique Peña Nieto nombró a Otto y Aurelio por desleales? La narrativa en contra de Leticia no se cumple; las líneas discursivas de que no tiene experiencia, tampoco.
Leticia Ramírez Amaya está donde está por las políticas públicas de la Cuarta Transformación: educación de calidad, nueva ideología a través de los libros de texto, respeto irrestricto a los maestros, no a la privatización educativa y propiciar el civismo de los derechos humanos, y la soberanía como nación, en las nuevas generaciones de ciudadanos. En la pedagogía del cambio de régimen, para los hijos de la 4T no se requiere de ilustrados como Jesús Reyes Heroles o posgraduados de pacotilla, como Aurelio Nuño.