Noticias en Monterrey

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Por José Francisco Villarreal

En mi alocada juventud (sí, alguna vez fui joven) no fui “intocable”, fui bastante toqueteado como mediocre jugador callejero de “tocado” (“tochito”, de “touch”), único tipo de futbol –americano– que me gusta. También fui consumidor inmoderado de bebidas de moderación, exclusivamente durante la transmisión de partidos narrados por Fernando Von Rossum, los cumpleaños, y el obligado y frecuente duelo solidario de la raza por el cuate al que la Dulcinea le dio el “No”. Claro que nunca fui crudo a misa… aunque sí recuerdo un examen de Latín que superé gracias a mi resaca espirituosa y diacrónica, y a pesar de un esguince cosechado en el “tochito”. Nunca nos frustró una “Ley Seca” ni horarios restrictivos. Los mexicanos somos abogados natos, expertos en cumplir con las leyes, evadiéndolas. Seremos una espina enconosa en la corona de Jesús el día del Juicio Final. Nuestra “Ley Seca” es bastante aguada… y todas. Aquí, el legendario Eliot Ness y sus “Intocables” no se darían abasto, por lo menos en abortar venta clandestina de alcohol; quién sabe si en impedir ejecuciones hubiesen tenido mejor suerte… aunque no lo creo.

Hablando de “intocables”, leyes secas humedecidas, y “estados alterados”, amanecí este domingo 13 de noviembre con varios pendientes: felicitar a don Andrés por su cumpleaños, terminar la novena que no inicié para el santo del día, San Homobono Sastre, y hacer calistenia para ir a la marcha para “defender” al INE y las quincenas de Lorenzo. Decidí omitir la felicitación; de por sí me achacan ser “chairo” y no pocos amigos ya me ven de reojo, no quiero que a este mito le agreguen el de ser lambiscón. Tampoco acabaré la novena de San Homobono, también patrón de los “hombres de negocios”, porque en México los negocios más lucrativos siempre están amancebados con la política… ¡que le recen los políticos! Como mis pies necesitan un remo (bastón) para caminar más de un par de cuadras, y la democracia no se hace por compromiso sino por convicción, pues decidí que tampoco iría a esta marcha. Para frenéticos ruidosos, ya tengo suficiente con los perros de mi calle cuando pasa un repartidor en motocicleta. Como no tenía más qué hacer mientras digería las gorditas de nata del desayuno, imaginé cómo haría yo esa marcha. Necesitaría un “tameme” a la mano, por aquello de que desfalleciera de cansancio. En un contingente que envidiaría Cecil B. DeMille para sus producciones, un viejo tirado en la calle o en la miseria es perfectamente prescindible, y apachurrable por la eufórica multitud. 

Las marchas, por si no se enteraron estos marchantes, no son consistentes ni eficientes si cada miembro del contingente recita las consignas pero reza por su interés. Tampoco se trata de hacer carambola hacia abstracciones más misteriosas que la Santísima Trinidad, como “democracia” y su  unigénito consejero presidente del INE…

Antes de dar un paso, un contingente debe estar seguro de ser verdaderamente representativo; de otra forma no funciona esto. No hay una República Mexicana hecha de peregrinos disciplinantes de 6 mil, 12 mil, o, como reza la imprecisión mediatizada “cientos de miles”.

Para multitudes marchantes está el carnaval, que por lo menos es divertido. La unidad popular no es selectiva; no se induce, se asume; no es un dato estadístico, es parte de un instinto social.

Como sea sí me sentí un poco mal por no ir a la marcha. Desde que cobro mi pensión universal, no sabía que el pionero de este derecho (no limosna) era el pretérito (en todos los sentidos) presidente Vicente Fox. Eso dijo él, convocando a la marcha. Seguramente yo soñé, o el mezcal que tomaba estaba echado a perder, cuando leí declaraciones de Fox o de Calderón en contra de las pensiones para adultos mayores que implantaron “otros” por ley hace años, y no como programas sociales políticamente utilitarios. Sí, eran una miseria, pero eran una fortuna para muchos viejos y serán un alivio para los ahora jóvenes ya despojados de una pensión laboral para cuando sean viejos, y precisamente por obra de estas fuerzas políticas “marchantes” que sí reformaron lo que les dio su regalada o alquilada gana. Pero, claro, seguramente lo soñé. Los viejos actuales, los inminentes y los probables, no tenemos de qué preocuparnos, nuestro futuro es pura felicidad… ¡Ajá! … Ya en serio. No me explico cómo siguen permitiendo que Vicente “Estados alterados” Fox, cuya cabeza debe sonar ya como un cascabel navideño, haga promoción “opositora”. Sí, hay que ser tolerante con la senilidad real o impostada, pero compartirla ya es cinismo.

Al final, por como vi que se comportaba la mentada marcha, fue muy efectiva la intensa promoción que se le dio en medios, columnas y hasta en la Mañanera. Claro que los “marchantes” más destacados eran en su mayoría impresentables, y beneficiarios de un INE contaminado por partidos, clasismo y poderes fácticos. Por lo menos en esta ocasión Roberto Madrazo no “acortó” camino. Una marcha presidida por un catálogo vivo de nuestra desgracia como nación. ¡Qué bueno que no asistí! Porque yo hubiera marchado no de aquí pa’llá sino de allá pa’cá. Encontrarlos a medio camino para revisar, sin llegar a extremos fantasiosos, lo que están ignorando deliberadamente y que es lo verdaderamente importante para corregir en esta reforma.

El INE nunca ha sido intocable, está más manoseado que yo; ha sido reformado y manipulado durante años. Es necesaria, urgente, una reforma a las leyes electorales, porque sus resultados nos han metido en este hoyo social y económico en que vivimos. La iniciativa actual no es óptima, pero no se va modificar y perfeccionar con las suelas gastadas ni con los pies hinchados.

Deben acotarse los excesos de los consejeros, debe expulsarse la injerencia política y económica, e imponer la técnica, la objetividad y la imparcialidad. Deben extirparse los abrojos legislativos. Debe hacerse tejido fino sobre estas demandas populares verdaderas y hasta “encuestadas” recientemente. El INE no es la Democracia, ni los convocantes a esta marcha son democráticos (incluyendo medios promotores). Colusión no es unidad, ni ingenuidad es conciencia social. Los partidos y grupos “civiles” no son autónomos ni representativos, y en consecuencia sus consignas no corresponden a una demanda social. Ese dogmatismo impide que se pueda debatir en un Congreso de la Unión contaminado con la estulticia y el servilismo de legisladores que no representan a sus electores, en el caso de que realmente se les hubiera votado, y cuyo valor es el número romo de su voto no sus argumentos agudos en tribuna.

La iniciativa de reforma no amenaza a la democracia sino a intereses de partidos y grupos de poder. El propio INE es una crónica de fraudes, escándalos, intromisiones, prejuicios y omisiones. Sus autoelogios publicitarios no dan confianza, despiertan suspicacia. Si realmente la democracia estuviera en riesgo, no habría marchas sino una guerra civil. Esta marcha y el cacareo que hagan de ella (que seguramente durará semanas, urbi et orbi), no le interesa a la gran mayoría de los mexicanos que han visto cómo, sistemáticamente, se ha defraudado su voto durante DÉCADAS, y que tuvieron que votar masivamente para imponer a un presidente que estos marchantes, tan “democráticos” ellos, rechazaron desde antes de que tomara posesión. Esta, toda proporción guardada con Eliot Ness, ha sido la marcha de los “Intocables”; pero aquel por lo menos respetaba, no usaba la ley para su provecho. La verdadera consigna debió ser “La democracia no se toca”, y vaya que ha sido más manoseada que un aguacate en el mercado; casualmente, por muchos de los que marcharon este domingo. Alguien en un grupo de WhatsApp describió la marcha como “ciudadanos comprometidos por nuestra libertad”. Yo lo dejaría en lo obvio: “ciudadanos comprometidos” no sé con qué o con quién, pero no con la libertad. La Libertad es otra cosa, y no admite el posesivo enfático. En realidad debería ser pronominal, porque la Libertad es Nuestra.

PD: No sé si la contingencia ambiental en CDMX tuvo qué ver con la marcha. Ni idea, porque en Monterrey todos los días vivimos en contingencias de todo tipo desde hace meses. Pero deberían agradecer que les despejaran las calles. La marcha fue todo un éxito gracias a eso, y a la intensa publicidad mediática en pro y en contra, a los acarreos (que no son reprobables, a menos que sean bajo presión o con engaños), a la coincidencia de peculiares y particulares intereses, al odio teológico contra la 4T, a la “distinción” de algunos distinguidos contingentes, y, muy especialmente, a las desafortunadas diatribas de don Andrés en sus Mañaneras. Sólo por eso, debieron mandarle un pastel con pinchemil velitas. Siempre hay que agradecer los errores del adversario.

Fuente:

Vía / Autor:

// José Francisco Villarreal

Etiquetas:

Compartir:

Autor: stafflostubos
Ver Más