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Por Francisco Tijerina Elguezabal

Solamente aquellos espíritus verdaderamente valerosos saben la manera de perdonar. Un ser vil no perdona nunca porque no está en su naturaleza. // Laurence Sterne

En el caso del pleito entre el gobernador y los partidos, los diputados, los alcaldes y demás, todo el mundo se pronuncia por recomendar valores como la prudencia, tolerancia y el perdón, lo cual suena muy bien, pero ninguna de las partes encontradas, a las que a diario se suman otros actores, puede ya dar su brazo a torcer.

Y es que como en toda relación, el fondo de cada uno de esas batallas termina siendo lo de menos, debido a que en el transcurso de los pleitos se han dicho y cometido frases y acciones que para cada uno de los bandos terminan siendo imperdonables, de suerte tal que el asunto se ha convertido ya en un tema de honor y orgullo.

Imaginemos que podemos echar el tiempo atrás y que existiese como en las computadoras un “punto de restauración” al cual pudiésemos volver para reandar el camino. ¿Cuál sería el devenir de los acontecimientos si el gobernador recibiera la propuesta del Legislativo para la designación del nuevo fiscal general y no pusiese objeción alguna aprobando los cuatro nombres que le fueron enviados?

Pero el “hubiera” no existe y ya los agravios e insultos, además de las acciones, se han dado y no hay manera de borrar lo que está hecho, de suerte que en términos simples no basta con el simple perdón.

Suena fácil la pretendida solución de una “mesa de diálogo” que han propuesto algunos “sabios” de esos a los que les encanta salir en la foto y andar de “quedabien”, lo difícil es convencer a las partes de ceder en sus posturas, aunque más allá de los perdones estará la herida profunda e indeleble que han causado de palabra y proceder.

Esto no tiene solución, aquí no hay retorno y al final el triunfador de la partida en los hechos y la opinión pública será quien juegue sus piezas de manera más inteligente y sobre todo, de forma más fría y estratégica, porque esto no es un asunto de huevos o posturas.

No es verdad que perdemos los ciudadanos, porque los políticos están haciendo lo que siempre hacen, perder el tiempo, jugar a ver quién tiene más fichas y lo que menos les interesa es el bienestar de los ciudadanos y el progreso de nuestra comunidad.

De una cosa estoy cierto: esto no va a acabar bien y lo peor del caso es que en la batalla habrá vencidos, más nunca vencedores.

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// Francisco Tijerina

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Autor: stafflostubos
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