Por José Jaime Ruiz
Dentro y fuera de Morena, Claudia Sheinbaum es la rival más fuerte en cualquier competencia. No es gratuito, entonces, que las diversas fuerza políticas de la izquierda y de la derecha la escojan como la rival más fuerte, no indestructible, la más fuerte. No el PRIAN sino el PANPRINE ya la puso en su mira para descarrilar su precandidatura y su posible candidatura.
Bajo un argumento autoritario y filofascista, el PANPRINE –la suma del PAN, el PRI y el INE– de los empleados de Claudio X. González, los señores Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, tratan de reventar a Sheinbaum atentando no sólo contra sus derechos políticos sino violentando inconstitucionalmente la libertad de expresión, de manifestación y los derechos políticos de los ciudadanos que simpatizan con Claudia.
Las recientes marchas demostraron que la porosidad electoral se encuentra del lado de la derecha y no de la izquierda donde la movilización superó el tema del acarreo, que lo hubo pero en escala ínfima. Resquebrajada, la derecha en México se recuesta en instituciones manipulables, esto es, comprables, como lo es nuestro actual INE. El acarreo ideológico de la derecha no pasa por la convicción sino por la conveniencia del chayote a personajes como Carlos Loret de Mola, Brozo, Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín, Denise Dresser y muchos más. Como el factor de traición de Ricardo Monreal no les funcionó, ahora tratarán de seducir a Marcelo Ebrard.
Al contrario de lo que sucede en Europa y como ocurrió en el Brasil de Jair Bolsonaro, el descontento popular, al menos en México y ciertos países de Latinoamérica, ha decrecido el ánimo por la derecha y la Cuarta Transformación ha reivindicado, con sus políticas públicas, el cambio electoral de 2018. Una de las lecciones de noviembre es que el descontento social sigue manifestándose en contra del poder económico (la oligarquía que no pagaba impuestos) y sus brazos políticos (el PRI, el PAN y el INE).
Agotados en desgastar a López Obrador, un político indestructible, los operadores de derecha, como Lorenzo Córdova, y los intelectuales del poder oligárquico, ya encontraron en Claudia Sheinbaum al personaje al que hay que minar. El gran error de la derecha es moverse en el activismo ideológico, el de los medios conservadores y las redes sociales; el gran acierto de la izquierda es copar sardónicamente el activismo protofascista al caricaturizarlo pero, sobre todo, estructurar desde la cotidianeidad el activismo político.
La derecha y su aparato político-electoral, el PANPRINE, al tratar de debilitar a Sheinbaum, en realidad la fortalecen porque Claudia es la candidata a vencer: pues Es Claudia.
