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Por Félix Cortés Camarillo

Joseph-Marie, Conde de Maistre, que era un reaccionario de cepa en la bisagra de los siglos XVIII y XIX, pasó a la historia por la frase de que “cada pueblo o nación tiene el gobierno que se merece”. Lo más probable es que lo haya escrito hacia 1818, acogido por el ruso zar Nicolás I en San Petersburgo y perseguido por Francia. En el siglo que siguió a su muerte, el también francés André Malraux lo trató de redefinir: la gente tiene los gobernantes que se le parecen. Ya en los mismos tiempos de Lemaitre, Hegel definía que cuando el espíritu de los estados es elevado, así serán sus líderes; si bajo es aquel así serán estos.

Andrés Manuel López Obrador es presidente omnímodo y necio de México, como lo han sido todos los presidentes de nuestro país desde que existe como república formal, y muy probablemente así seguirán siendo todos los mandatarios absolutos que por el mundo van.

Por ello, gracias a que una mayoría -los mexicanos de la abstención- permitieron que una minoría -los mexicanos del hastío- le concedieran a un paranoico dictador el poder magnífico sobre los destinos, la faz y la conducta de nuestro país. Cada pueblo o nación tiene el gobierno que se merece y si los ciudadanos deprecian su valor como individuos pensantes y empoderados, no pueden esperar otra cosa.

En introspección inevitable, yo tengo que aceptar con cierta resignación que el poder ejecutivo desenfrenado haya dinamitado en este sexenio los apoyos del estado a la ciencia y la tecnología: ya se recuperarán, estoy seguro.  Me duele de personal manera el desamparo a las que se condenó a las artes músicas, plásticas, de las que sean. Me rasca el gaznate tragar que desaparecieran las guarderías y las escuelas de tiempo corrido, porque en su trituradora la cuarta demagógica simulación se llevó tavola rasa a miles de mujeres que son madres solteras o apoyo conyugal que tenían que dejar a sus hijos al amparo “del gobierno” para poder ir a trabajar.

Todo esto -y cosas que se me quedan en el tintero, como decían los románticos- te los tolero, aunque no te los perdone, presidente. Aunque el estado seas tú. Precisamente cuando lo que está en la liza es la vida de seres humanos que a ti y tus secuaces les vale madre.

No me pidas que olvide y perdone los setecientos mil muertos por el Covid 19 a consecuencia de tu política de salud errónea, mentirosa, cínica y persistente. El zar de las epidemias, el doctor López-Gatell incurrió en repetidas conductas que lejos de contener el contagio de la pandemia solamente hizo más graves sus consecuencias.

Lo peor de todo es que, presidente López, tú los sabes. El que tiene la pata es tan culpable como el que mata la vaca. 

Y, si no lo sabes, eso es peor.

Los problemas principales de los mexicanos, por si no lo sabes, son -en el orden que se quiera porque los tres son primordiales- la seguridad, la economía y la salud. 

La seguridad no la puedes controlar mientras no te desligues de complicidades con uno u otro grupo delictivo. La inflación que nos empobrece no tiene remedio en los próximos diez años. Pero en lo de la salud, no tienes madre. 

No hay vacunas suficientes contra el Covid 19. El que quiera recibirla tendrá que aceptar las dos vacunas cubanas, de dudosa validez -o por lo menos indocumentada – porque no hay de las otras. 

Para la influenza, el doctor López-Gatell recomienda a los jóvenes sanos que no se vacunen.

No Mamen.

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): La pelota está en los de la Suprema Corte: o defienden la legalidad o se hacen cómplices de un dictador maniático.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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