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Por Félix Cortés Camarillo

Cancionero

Don´t Be Cruel

FÉLIX CORTÉS CAMARILLO

Ayer por la noche comenzaba en Cincinatti apenas el minuto sexto del primer cuarto del partido entre los Bengalíes locales y los visitantes Bills de Buffalo, Nueva York, partido importantísimo, de los últimos de la liga profesional de futbol americano, de cuyo resultado dependía el futuro de los dos equipos . El defensor de pases de Bills, Damar Hamlin, le hizo una fuerte tackleada al receptor Tes Higgins, del visitante. El tackle, un negro de 24 años, lo abrazó de la cabeza y lo apretó contra su pecho. Ambos cayeron para levantarse de inmediato. Hamlin, dos segundos más tarde, cayó de espaldas y se quedó tieso. En todo el continente, los aficionados a este juego lo vimos por televisión en vivo.

Como es usual en este deporte, las llamadas asistencias, que proporcionan bálsamos, analgésicos tópicos, vendajes e hidratantes, acudieron a la cancha sin darle mucha importancia al incidente. Pronto eso cambió: el muchacho estaba grave e inconsciente. Los médicos que estaban en el estadio fueron llamados; se aplicó el protocolo de primeros auxilios conocido por sus siglas en inglés, CPR: esto es resucitación cardio-pulmonar. Consiste básicamente en dar respiración de boca a boca y aplicar fuerte presión intermitente al tórax para reactivar el corazón. Damar Hamlin había sufrido un ataque al corazón a punto de un paro cardíaco y respiratorio. Una ambulancia había entrado ya al campo de juego, para llevarse al paciente a un hospital.

La vaga explicación que daban los narradores del evento, porque había pocos datos duros de lo que estaba pasando era la muy frecuente: este juego es así. Es rudo, es de fuerza, es violento, es de golpeteo, es riesgoso. El juego del hombre, había bautizado Ángel Fernández a nuestro fútbol muchos años antes, en un México más machista que el actual. Y tienen razón: el que no quiera quemarse, que no se acerque a la cocina. Muchos jugadores de esos juegos del hombre han resultado con fracturas de huesos, esguinces y desgarres frecuentes en sus piernas. En el fútbol americano las lesiones son de ese mismo tipo pero con la anexión de la contusión cerebral, que deja huellas que pueden surgir de inmediato y años después. Y el público reía, como dice Garrick. Como seguramente reía en las arenas romanas cuando hombres mataban hombres o eran muertos por fieras en el espectáculo llamado circo, por lo redondo de su escenario.

La crueldad en los deportes es sin duda su mayor atractivo. La gente que puede, paga cientos de dólares por asientos de ringside para ver a dos jóvenes darse de golpes hasta que uno doblega al otro en los combates de boxeo. El espectáculo de la lucha libre –el único auténtico teatro popular mexicano, decía Monsiváis- ejerce una crueldad mucho más ficticia, pactada, ensayada, actuada con maestría y con menos consecuencias letales. No es así con los combates en un pancracio octagonal, con guantes mucho más ligeros que los del boxeo y pies desnudos, en los que todo se vale, patadas, puñetazos, azotones, lo que sea, con tal de “eliminar” al contrario. A veces, en estos combates los protagonistas son mujeres.

Y el público festeja esa crueldad.

¡Ah! Pero que no se hable de las corridas de toros, esa tradición cultural mexicana heredada, que se balancea entre el ballet y el juego: pobrecitos toros, tan indefensos. Qué abuso de los animales en el circo, donde al menos recibían alimento y atención veterinaria. Pobres de los perros callejeros que se reproducen a todo tren y merecen un albergue como mascotas. Los deportistas que se jodan y que se maten para nuestro placer: por eso ganan millones de dólares al año.

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): El canto del cisne ha comenzado. El presidente Lopitos ya reconoce que no se va a poder todo lo que anunció como el cuatrote que quiso vendernos a los mexicanos. Está preparando la cama para quien haya de sucederlo.

En el dudoso caso de que, sea quien sea, vaya a querer continuar con esta farsa. Recordemos que ningún sucesor ha repetido el patrón del anterior. A veces, todo lo contrario. 

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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