Por Félix Cortés Camarillo
Primero aclaro que en los Estados Unidos se le dice presidente lo mismo a quien está ejerciendo el cargo como a todos aquellos que hayan habitado la Casa Blanca.
El fin de semana pasado el fiscal general de ese país, Merrick Garland, nombró a un consejero especial para investigar los malos manejos personales del presidente de materiales oficiales que han sido marcados como “clasificados”. En esa categoría hay varias subdivisiones, de las cuales la más grave es la de “Top Secret”.
El mismo fiscal Merrick, con un discurso casi idéntico palabra por palabra –como una tesis de licenciatura de la UNAM- había nombrado un consejero especial para la misma tarea, el año pasado. La diferencia es que en noviembre se ordenaba investigar a Donald Trump y en enero a Joe Biden. Exactamente de la misma falta.
Biden podría citar a su amigou el presidente López diciendo “no somos iguales”. Y en parte tiene razón.
El asunto es como sigue: a Joe Biden se la ha encontrado más de diez documentos en una oficina que ocupó en el 2017 después de ser Vicepresidente con Obama, en el garaje y otros sitios de sus casas en Willmington. Algunos son Top Secret, ninguno relacionado con temas nucleares. A Donald Trump el Servicio Secreto tuvo que entrar a su casa de Mar-A-Lago, en Florida, para encontrar ahí más de 325 documentos oficiales, de ellos 60 Top Secret, no sé qué tan top y qué tan secret.
Joe Biden ha tratado de minimizar el caso, citando que él y su equipo han colaborado con la autoridad en el decomiso de esos documentos, cuya existencia, dice, ignoraba. Se puso chistoso, a la manera de Lopitos, señalando que algunos documentos estaban bien guardados en donde tiene bajo llave su carro deportivo Corvette. Donald Trump se ha opuesto a que registren su casa, rechaza entregar documentos, y está acusado de obstrucción de la justicia.
Será el sereno, pero el presidente actual y el anterior de los Estados Unidos cometieron la misma falta, si bien en magnitudes distintas. Pero dicen que en Estados Unidos la ley sí es la ley. Vamos a ver a los dos consejeros especiales.
Solamente debo cerrar esto recordando que hasta el momento subsiste la mayor probabilidad de que Donald Trump y Joe Biden compitan por la presidencia de los Estados Unidos en las elecciones del primer domingo de noviembre del 2024, con resultados de estrecho margen. También hay que decir que con estos acontecimientos la campaña electoral para la presidencia ha comenzado, extraoficialmente.
Y que en Estados Unidos, como en México, la política es a fin de cuentas un juego donde todo se vale para obtener el poder, ejercerlo, y no perderlo. Y que ahí juega ese elemento que en inglés se llama timing y que tiene las cartas marcadas.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Con el resurgimiento de la Alianza Va por México y la fractura de la Morena monolítica en Coahuila, a la oposición mexicana parece que le dieron respiración boca-a-boca en su agonía. Faltaría, desde luego, que el negocio de Dante Delgado Rannauro que se llama Movimiento Ciudadano, se subiera al destartalado tren. Sólo así, y si consiguen un personaje que pueda liderar el descontento ciudadano en contra del Cuatrote, la oposición puede inspirarse en el equipo de Jaguares de Jacksonville del futbol americano, para dar un partidazo y acabar ganando el sábado contra todo pronóstico y remontado un marcador desfavorable por 27 puntos sobre el Chargers de California.
Y yo comenzaré a creer en los milagros.
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