Por José Jaime Ruiz
El timing del progresivo sabotaje contra el Metro de la Ciudad de México es preciso porque se acentuó cuando aumentaron las posibilidades de Claudia Sheinbaum de ser la candidata de Morena a la Presidencia de la República. La cronología del sabotaje va de la mano del ascenso de la jefa de Gobierno. La historia del perjuicio es pretendido terrorismo en contra del sistema colectivo que deviene en terrorismo psicológico y político con los usuarios como carne de cañón.
La respuesta de la derecha es insulsa, no pudieron imponer la narrativa de la militarización porque desde un mantel importado y un vino añejado se lucha muy bien, desde una casa gigante y un auto blindado se sufre también y llega la «solidaridad» con la caravana en harapos de los usuarios del Metro quienes, obvio, prefieren la seguridad que ofrece la Guardia Nacional.
Ni Claudia ni el secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, van a hablar ni de sabotaje ni de sabotaje sistémico. El secretario, sin embargo, sí habla de actos premeditados, y refiere que se detuvo a una mujer que estaba arrojando aspas de fierro a las vías. Dice: “no veo una lógica para hacer eso, las estaba arrojando desde arriba, entonces estamos revisando porqué o para qué”.
No es militarizar, es disuasión, y funciona. Lo que la derecha no entiende, es que Sheinbaum, junto con la fiscalía, es quien investiga y los resultados de la indagatoria pueden convertirse en coacción física en contra de algunos intereses fácticos que, desmadejando la trama y con los pelos de la burra en la mano, serían un duro golpe para la derecha y sus jilguerillos trasmutados en zopilotes.
Cuando los actos premeditados se conviertan en sabotaje, por querer descarrilar la carrera presidencial de Claudia Sheinbaum, los descarrilados serán otros. ¿Quién paga por los actos premeditados en contra del Metro? ¿Quién o quiénes ganan por querer fregarse a Claudia? La presencia provisional de la Guardia Nacional da seguridad y certeza a los usuarios frente a los actos premeditados o de sabotaje. Con ellos ahí, el terrorismo psicológico y sus dividendos políticos, nomás no funcionan.