Por Francisco Tijerina Elguezabal
En los modernos tiempos en que vivimos, cuando más tecnología tenemos a nuestro alcance, resulta que una buena parte de la vida se nos va haciendo filas.
Y es que desde que Dios amanece estamos en una fila, ya para subir al camión, ya para que nos sirvan unos tacos, ya para hacer un trámite, ya en el banco, ya para comprar el boleto de un concierto, para todo hay filas, filas y más filas.
Pero hay de filas a filas, porque quien por el gusto de ir a escuchar a un cantante o asistir a un evento deportivo va y se instala desde una noche antes y acampa para ser de los primeros en llegar a la taquilla, pues muy su gusto y energías, pero cuando observas las filas de viejecitos a los que sin importar las condiciones climatológicas o si están enfermos y los hacen formarse bajo el sol o la lluvia para un chinche trámite gubernamental, es de dar coraje, y mucho.
Estoy peleado con las filas.
Siempre he sostenido que es más seguro ir a unos tacos en los que veas un montón de comensales y no al puesto que está vacío, pero aún ahí debe existir una logística mínima que permita atender a los clientes con celeridad.
Sinceramente no entiendo la incapacidad de nuestros gobiernos para organizar de una manera tan exitosa el caos y tener un relajo muy bien organizado cada vez que emprenden una acción.
¿En serio a nadie se le ocurre implementar estrategias para dividir la muchedumbre y atenderla en bloques? ¿Por qué si no tienen capacidad instalada citan a todos en un solo punto y no dividen su servicio en varios lugares? ¿Cuál es el afán de hacerlo todo en lugares cerrados, sin salidas de emergencia, con una sola puerta para entrar y salir y en donde meten a un montón de personas tentando a la suerte para que ocurra una desgracia?
Pero junto con las filas enferma y encanija la actitud prepotente de algunos empleados que pareciera que te hacen un favor cuando en realidad simplemente hacen su trabajo para el cual, encima, nosotros les pagamos.
De reventar el hígado el que hagas cola por horas y horas y cuando ya estás a punto de llegar te salgan con que “ya vamos a cerrar, los que no alcanzaron vénganse mañana”, como si uno no tuviese otras cosas qué hacer más que formarse en las filas todos los días.
¿Cómo es que citas a cinco mil personas y las pretendes atender con una sola computadora y una mujer que no tiene conocimiento del sistema que está operando por lo que a cada paso tiene que pedir ayuda?
No basta con las sillas y los templetes que en ocasiones, muy de cuando en vez, instalan. Mejor deberían ser más eficientes y organizar sus procesos para atender con calidad y calidez a las personas, respetando a los adultos mayores, ayudando a las mujeres embarazadas y los enfermos.
Y mejor dejo de escribir porque me van a ganar el lugar en la fila que estoy haciendo.