Por José Jaime Ruiz
Samuel Alejandro García Sepúlveda rebajó el Gobierno de Nuevo León a una simple agencia de viajes. Aunque no lo inviten, como en la Cumbre de las Américas en Los Ángeles o en el Foro Económico Mundial en Davos, el gobernador se apunta. “Y de ir, ¿quiénes iríamos?”, casi suelta jocosamente.
De sus viajes turísticos, ese “caleidoscopio ilusorio”, ¿cuáles han sido los resultados tangibles? Hasta ahora, ninguno. ¿Qué resultados para la vida pública de Nuevo León trajo de Italia, Francia y España? Nada. Estuvo en las cumbre del clima en Glasgow y en Egipto para observar, pero no participar. Y acá de este lado del Atlántico, las cosas en Monterrey se ponen cada vez peor por la contaminación y las alertas ambientales que, obvio, dejan la responsabilidad de la salud a los ciudadanos y no a los gobiernos. ¿De qué le sirvió andar en Escocia y Egipto si el área metropolitana está cada vez más contaminada y asistimos a un punto catastrófico? El turismo ambiental del gobernador de nada le sirve a los enfermos regiomontanos.
“Esta manera de poner como espectáculo lo real, este paso a lo ficcional, que elimina la distinción entre la realidad y la ficción, se extiende por todo el mundo. Muchos factores concurren a producir este resultado. Evidentemente el turismo es el primero de ellos”, apunta Marc Augé en su libro El viaje imposible. El turismo y sus imágenes (Editorial Gedisa).
El espectáculo de lo “real” difundido en sus redes sociales inmediatamente se transmuta en ficcional. La quintaesencia del turismo económico de Davos desnuda la comunicación política de García Sepúlveda: quiere imponer la percepción de que fue invitado, falso. Y, al paso, las inversiones no llegan a Nuevo León por el cabildeo de un gobernador, en todo caso el Ejecutivo es solamente un facilitador, como lo fue el gobierno de Rodrigo Medina con KIA.
“Estas giras son muy productivas, nada se vende solo, hay que venir a promover a México. Como presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales de la Conago, también promover a los 32 estados de la República, y como gobernador de Nuevo León, presumir todo lo que estamos haciendo”, se justifica Samuel.
El gobernador ni representa a los 32 estados de la república ni al gobierno federal. ¿Y qué presume? Fatuo, petulante, Samuel hace de su administración pública vituperio. ¿Presumir la contaminación, la desaparición de jóvenes, los feminicidios, la violencia, la movilidad como catástrofe y la próxima crisis hídrica? Nada para presumir.
En fin, turista se llama a “un viajero, al que no le une ningún objetivo determinado, por ejemplo científico, con su viaje, sino que sólo viaja por hacer el viaje y poder contarlo después”. Exacto, el turista es solo un fanfarrón ficcional de selfies.