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Por Félix Cortés Camarillo

De todos los oficios que le humano ejerce, la política es uno de los que más acuden al lenguaje corporal, el de los gestos, para integrar su esencia. Sólo el teatro, que es máscara y gesto puros, le superan. Una imagen vale más que mil palabras nos enseñaron los chinos. Los políticos lo ponen en práctica día con día.

Eso explica sin duda la reacción irritada y twiteada del vocero de la presidencia de México, Jesús Ramírez Cuevas, a la actitud de la presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, quien osó permanecer sentada –“tal vez estaba cansada”, quiso ironizar ayer Lopitos- a la entrada del presidente Andrés Manuel al Teatro de la República para conmemorar 106 años de la promulgación de la Constitución del 17. Nadie le dijo al funcionario que la actitud era una clara respuesta a los insultos gratuitos del presidente, quien descubrió multitud de graves violaciones a la ley en doce días de ejercicio de la magistrada al frente del Poder Judicial de la Nación.

Pero hubo otros mensajes gestuales antes del acto. Cuando Santiago Creel esperaba ocupar su lugar en el presídium, como presidente de la Cámara de Diputados, se percató de que se estaba haciendo cambios varios en la distribución de los lugares, modificando la original. Según el protocolo, los lugares centrales de esa mesa deben ser ocupados por el jefe del Poder Ejecutivo, flanqueado por los jefes del poder judicial y legislativo. 

No fue así. El domingo, el presidente López estuvo al centro, y a su izquierda  Mauricio Kuri, anfitrión gobernador de Querétaro, a la derecha el secretario de Gobernación, el otro López, e inmediatamente después los secretarios de la Defensa y la Marina. Casi en los extremos, del lado izquierdo la presidente de la Suprema Corte y el de la Cámara de Diputados; en el extremo derecho, el de la de Senadores. Que no quede duda de qué lado masca la iguana. O el Peje.

Cuando Creel se dio cuenta de los enroques en curso, mandó preguntar a un subsecretario de Gobernación, quien era el que estaba más cercano. La respuesta que le mandaron a decir fue que le preguntara al presidente López. Para que no quede duda de, como diría Cri-Cri, quién es el que manda aquí.

No debe pasar inadvertida la ausencia del secretario de Relaciones Exteriores, que en términos de jerarquía protocolaria en el Gabinete sólo está después del de Gobernación y los de las fuerzas armadas y aún antes que el de Hacienda, que le tocó esquina en el presidium al igual que a la secretaria de Seguridad; o la selección de los gobernadores convocados a la fiesta y el lugar central entre ellos para la corcholata favorita.

El presidente López, como buen demagogo, ha demostrado ser un maestro del verbo encendido de poco sustento. Es un principio canónico de la demagogia: las afirmaciones que dichas de manera contundente se garantizan para sí la virtud de indudables, y afirmadas persistentemente la calidad de verdades comprobadas.

La ceremonia de Querétaro aportó ciertas novedades a resaltar. Sin ocultar molestia –que para eso no es bueno- el presidente López señaló que nunca se había visto en la historia que un presidente de la Suprema Corte no se pusiera de pie a la llegada de un presidente de la República. 

Es cierto y es bueno. Entre otras cosas, porque además de los claros pronunciamientos verbales en favor de la concordia, el diálogo, la tolerancia y sobre todo el respeto a la Constitución que en tonos diversos dijeron la ministra Piña, el diputado Creel y el gobernador Kuri, le quedó demostrado al gran gesticulador de México que el lenguaje corporal y gestual en la política mexicana también se habla.  

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Hay quienes pensamos que la mayor amenaza para el desarrollo de la democracia en México es Andrés Manuel López Obrador con su plan B para debilitar, por el camino de los recursos económicos, al INE y así poder manipular a la antigüita patrones, boletas, urnas y conteos en las importantes elecciones que vienen.

Sí. Pero no.El próximo día 19, casi tres millones de ciudadanos tamaulipecos debería votar en una elección especial para llenar un sitio en el senado por ese estado. Me entero por J. Eleazar Ávila en mi diario El Horizonte, que ocho de cada diez votantes están considerando no acudir a las urnas. 

Ese el principal enemigo de nuestro avance: la indiferencia, la abstención, el importamadrismo. Si así seguimos no tenemos derecho a quejarnos después de las consecuencias de esa abulia. Ni en estas elecciones locales ni en las que vienen, que serán decisivas para todos nosotros.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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