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INE y Poder Judicial o el discreto encanto de la oligarquía

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

@lostubosmty

Luis Buñuel, el primer cineasta poético (Octavio Paz dixit), ganó el Premio Oscar en 1972 como Mejor Película Extranjera con El discreto encanto de la burguesía. La anécdota es de tantos conocida, su peli obtendría el galardón porque, ateamente religioso, habían pagado los 25 mil dólares que costaba el premio. Y, se sabe, declaró el surrealista, que “los norteamericanos tendrán sus defectos, pero siempre cumplen su palabra”. Al contrario de la pretendida oligarquía mexicana que podrían tener sus aciertos, pero siempre incumplen su palabra.

La marcha del 26 de febrero fue una marcha si no surrealista, al menos infrarrealista: marchas por los privilegios de unos pocos, los pretendidamente oligárquicos, no por la horizontalidad de la equidad económica o, al menos, por la abisal diferencia que significa la desigualdad. Embaucados en su aspiracionismo, el 99 por ciento de los marchantes defendieron el privilegio del uno por ciento. Cuando el futuro los alcance, los manifestantes no obtendrán los 9 millones de finiquito que obtiene el corrupto de Lorenzo Córdova al dejar el Instituto Nacional Electoral.

No hay nada democrático al afirmar que el INE no se toca, cuando sus consejeros lo han tocado como despilfarro, y su falta de transparencia y rendición de cuentas es evidencia incuestionable. Andrés Manuel López Obrador es presidente no por el INE sino a pesar del INE y sus consejeros. El INE y sus titulares ni son ciudadanos ni favorecen a la democracia, son óbice, no facilitadores. Los representantes de la oligarquía son racistas y clasistas, o no son.

La democracia exige un Poder Judicial, precisamente, democratizado. Como el INE, el Poder Judicial, con honorables excepciones, es un poder corrupto al servicio de los vestigios oligárquicos. Y hay que precisar que el crimen organizado, a través de sus brazos políticos que convirtieron con el panismo en el poder al Estado como un Narco-Estado, también forman parte de la industria oligárquica.

La corrupción, la opacidad, la falta de rendición de cuentas, la impunidad del INE y del Poder Judicial, por vocación democrática, deben ser extirpadas. Como se señala a Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, hay que señalar a los jueces corruptos, seguirlos y perseguirlos. Desbloquear las cuentas de los allegados de Genaro García Luna, reducir la Estafa Maestra a un perdón judicial, exonerando a Rosario Robles, es evidencia de un Poder Judicial comprado.

“La sanción supone la efectividad del derecho, su realismo; si se borra la sanción, desaparece la eficacia y desaparece el derecho” (Ikram Antaki). Cito más: “La autoridad política descansa sobre la legitimidad, esto es, la aceptación. La legalidad no basta: los gobernados deben percibir una cierta superioridad”.

Bastantes gobernados perciben inferioridad política y moral en las decisiones del INE y muchas decisiones del Poder Judicial. Se pretenden autoridad, pero están desautorizados, esto es, ilegítimos por deslegitimados. El indiscreto desencanto de la oligarquía los desnuda como son, el subversivo Buñuel lo hizo magistralmente. El golpe de realidad, de nuevo, dejará sin viandas, vinos y dispendios a esos comensales del convite destructivo de nación y sus manteles largos, indiscretos, desencantados, oligárquicos. Pretenden clamar, pero solo declaman su decadencia.

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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