Por José Jaime Ruiz
El gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda se dice aliado de la lucha feminista, dice mal, es su enemigo. Hay un patrón que evidencia su misoginia y postura patriarcal que, al menos pública y viralmente, inició cuando regañó a Mariana Rodríguez: “¡Que bajes la pierna! No andes enseñando la pierna… Ya. Pues me casé contigo para mí. No para que andes enseñando”.
Como gobernador va de la pifia al embuste. Hace un año salió con la torpeza de afirmar, entre otras consideraciones, que las desapariciones de mujeres se daban por problemas de salud mental. Algo que prolonga su titular de la Secretaría de la Mujer, Graciela Buchanan, quien ningunea: “No hay una ola de mujeres desaparecidas, hay una ola de mujeres que se salen de sus hogares, pero luego son encontradas y hay algunas mujeres, que han sido unas cuantas, que por la comisión de un delito no han sido localizadas y en algunos otros casos desafortunadamente ligadas a la delincuencia organizada”.
No, pos sí, la culpa es de las morras.
El engaño del doctor Samuel Alejandro se construye desde la falsedad: “En este gobierno no somos sus enemigos, somos sus aliados, aquí no tienen que romper ni quemar las puertas, porque las puertas están abiertas para ustedes”.
Desde el quicio ocreáceo, sin embargo, las puertas siguen cerradas para las feministas, quienes en su día sufrieron detenciones arbitrarias, uso indebido y excesivo de la fuerza pública e incomunicación a aquellas que introdujeron al Palacio de Cantera.
En la víspera de la marcha del 8M, García Sepúlveda siguió con su patrón misógino y represivo al indignarse por un reportaje difundido por Televisa donde se expuso cabal y objetivamente el problema de las mujeres. El trabajo periodístico se tituló: “Desaparecidas e ignoradas: el peligro de ser mujer en Nuevo León. Una historia de ausencia e injusticia”.
Fue tal el enfado del gobernador que la pauta publicitaria al medio televisivo fue cancelada. Como un López Portillo redivivo, el doctor Samuel pudo afirmar: “No pago para que me peguen”.
Samuel García Sepúlveda se dice aliado del feminismo, si acaso es aliado, es un aliado represor, así lo demuestra su patrón de conducta y su discurso.
Tú, morra, ¿le crees a Samuel?
Yo tampoco.