Noticias en Monterrey

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Porque lo que más quería
Atrás me lo iba dejando…
Juanito Valderrama, El Emigrante

El segundo libro de Moisés, al inicio de esa colección de textos mayormente mágicos, cautivadores y poéticos que llamamos Biblia, además de contener gran parte de las leyes y reglas que Jehová estableció para su pueblo elegido, cuenta el éxodo del pueblo de Israel en su trayecto de vuelta a su tierra prometida. Ahí se ubican los diez mandamientos, entre otras ordenanzas. Pero se cuenta la maldad del Faraón y el éxodo de los migrantes.

La migración de los pueblos existe desde los inicios de la Humanidad. De hecho, la migración es el principal motor de la civilización y de la difusión de las culturas y su complejo entramado. Por afán de expansión territorial o adquisición de riquezas, los pueblos nómadas apenas asentados en lo que llamaban sus tierras y las comenzaban a cultivar inventando la agricultura, comenzaron a mirar las del vecino para irse a por ellas. De alguna manera, todos los pueblos somos consecuencia de alguna migración. De los hombres que llegaron de un misterioso Aztlán, de los que aprovecharon el estrecho de Behring congelado para bajar a hacer la América. De los conquistadores españoles en nuestras tierras, que habían sido conquistados y dominados por los moros tres siglos. De los teutones que invadieron Franconia, de los visigodos en Iberia o de los galos en Albania, los turcos por doquier o los judíos expulsados de Toledo.

Pero por encima del ansia de dominio y posesión, en el origen de las migraciones está el hambre. Por ello el fenómeno de la migración es una de las más dolorosas formas en que la injusticia humana se manifiesta. Nadie deja por propia voluntad su terruño, su familia, su lengua, para mudarse a un ambiente generalmente hostil, que le rechaza y le maltrata. Y sin embargo…

La estampida de un millar de hombres mujeres y niños que el pasado fin de semana corrieron en desenfreno y tropel para entrar a los Estados Unidos no es un fenómeno raro.

Se da todos los días en proporciones bestiales, de muerte por asfixia que debe ser una de las más dolorosas de las muertes, en las aguas del Mediterráneo, las costas de Libia, Corfu, Cerdeña. Decenas de miles de seres humanos provenientes del Maghreb han muerto tratando de llegar a Europa donde esperan conseguir el pan para sus hijos y sueñan con acceder a una vida mejor porque nada puede ser peor que lo que dejaron atrás en el África empobrecida y expoliada por sus civilizadores.

De la misma manera los cubanos que dejaron la isla y los venezolanos que empobreció el chavismo andan con sus mujeres e hijos a cuestas durmiendo en carpas en la frontera norte.

También hay mexicanos ahí.

PARA LA MAÑANERA, (porque no me dejan entrar sin tapabocas): El dinero puede tener muchas virtudes, especialmente cuando abunda; tal vez, como dice el saber popular mexicano no proporciona felicidad, pero hace más llevadera su ausencia. Sin embargo, el dinero tiene uno de los peores defectos: el miedo. Desde 2018 el dinero norteamericano, que parece que no hay de otro, no había pasado por una situación de pánico como la que está viviendo ahora. Los bancos, que nunca tienen en la realidad lo que afirman en sus hojas de balance, están quebrando porque los ahorradores, que son los legítimos dueños del dinero, les están exigiendo que les hagan efectivos sus saldos a favor, y a los bancos no les alcanza el cash. El FDIC, fue fundado por Roosevelt en 1933 después del colapso económico de 1929, y es el fondo de protección a los que confiaron a los bancos su dinero, pero solamente asegura hasta cierta cantidad. Por lo pronto el FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation) está entrando como síndico a los bancos quebrados, tratando de calmar las aguas. Pero veremos más olas.

‎felixcortescama@gmail.com

Fuente:

Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

Etiquetas:

Compartir:

Autor: stafflostubos
Ver Más