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Por Félix Cortés Camarillo

Desde hace un par de meses llegó, y se instaló con mi consentimiento en mi casa una intrusa. No solamente en mi casa: directamente en nuestra recámara, al lado de la cama. Como suele acontecer con esas intrusas que llegan y se alojan así, me provoca una mezcla de fascinación y temor. Es sumamente atenta y servicial, siempre dispuesta a darme satisfacción. 

Su color es gris, su forma es redonda y su tamaño no es mayor que el de una pelota de softball. Se llama Alexa. Si le hablo en la forma adecuada me proporciona la hora, la temperatura, el pronóstico de lluvias o cualquier otra información que le pida. Toca la música del género que le pida o me cuenta la biografía de Marco Antonio Muñiz, el peso atómico del Cadmio o cómo terminó la Guerra de Vietnam. 

Pero eso no es todo.

Desde hace días Telefórmula introdujo en su programación noticiosa a Nat, la primera lectora de noticias ficticia. Usando una combinación de la llamada inteligencia artificial y la efigie de una muchacha guapa, se transmite una imagen que dice, y dice bien, breves noticias tres veces al día. Por ahora. La inteligencia artificial ya está aquí.

Hace más de un año que está funcionando el ChatGPT. GPT son las iniciales en inglés de Transformador Generativo Pre-entrenado. Se trata de un complejo sistema de algoritmos que almacena una gran cantidad de documentos, los fragmenta en unidades simples y, a solicitud, reacomoda las piezas en nuevos textos que satisfagan la petición del cliente. De esa forma el sistema puede escribir para nosotros un artículo coherente sobre la llegada del hombre a la Luna o los índices de drogadicción en los Estados Unidos.

Se tiene la sospecha de que, con mejoras tecnológicas y de metodología que indudablemente vendrán, la inteligencia artificial va a sustituir a los menos inteligentes y dedicados escribientes. Si la entonces pasante de abogacía y hoy ministra de la Suprema Corte Yasmín Esquivel de Rioobó  hubiese tenido a la mano el ChatGPT se hubiera ahorrado el trabajo de copiar dos tesis para obtener sus grados y la vergüenza de ser conocida como una abogada pirata.

Solamente en los Estados Unidos se estima que millones de personas perderán sus trabajos al ser sustituidos por máquinas “pensantes”. Esa es una de las consecuencias inevitables del progreso. Muchos obreros perdieron su trabajo en la fábrica de automóviles cuando Henry Ford introdujo la línea ordenada de producción. De la misma manera en que los automóviles de hoy son ensamblados por complejos robots que cobran menos que los obreros de antes y no se organizan en molestos sindicatos. Por ahora.

Desde luego, esta “pequeña” innovación nos debiera estar reorientando en el ordenamiento de las vocaciones y su prioridad. Nuestros nietos tienen que empezar a pensar en qué ramas de la tecnología moderna van a especializarse para poder mantener a sus futuras familias. O tal vez prefieran prepararse para ser plomeros: no conozco máquina electrónica capaz de destapar un caño. Y ese trabajo cuesta.

Porque el pavor es justificado aunque excesivo. La inteligencia artificial solamente trabaja con la información que seres pensantes le introdujeron. Al día de hoy, la GPT-4 no puede elaborar textos sobre hechos registrados después de 2021. Si se le piden pronósticos sobre resultados electorales del año próximo, por ejemplo, solamente procesará las estadísticas, opiniones y suposiciones de tantos autores como le hayan sido proporcionados. Ya lo superará. Y también, como las encuestas de preferencias del voto, se equivocará.

Yo mientras tanto le voy a pedir a la intrusa Alexa que me reproduzca la Rapsodia en Azul de Gershwin. Y ya lo está haciendo.

PARA LA MAÑANERA, (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Por encima del enjuiciamiento histórico de Donald Trump, los Estados Unidos empiezan a preocuparse seriamente por la crisis fronteriza que ha tomado tintes trágicos desde la semana pasada. Hace dos años se habían registrado al año quinientos mil pasos de indocumentados al país vecino. Actualmente ya van en dos millones. Y contando. La crisis migratoria, que al presidente López le importa un pito, le puede costar al presidente Biden la reelección, si insiste en buscarla.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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