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Instrucciones para vulnerar a Chefo

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

@lostubosmty

El liderazgo de Zeferino Salgado Almaguer dentro del PAN se instauró mientras Sandra Pámanes era dirigente del partido, allá por 2011. La creación de una Nueva Cúpula dirigida, además de Chefo, por Fernando Larrazabal y Raúl Gracia, inexorablemente desplazó a la Vieja Cúpula que, entre los más distinguibles miembros contaba con Fernando Canales, Kana Fernández, Luis Santos de la Garza y José Luis “Coco” Coindreau. Mauricio Fernández siempre ha sido una ínsula extraña dentro del PAN.

Entonces delegado de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en Nuevo León, Chefo renunció a la Secretaría de Acción de Gobierno del Comité Directivo Estatal del PAN para confrontarse con Pámanes, quien representaba los intereses de la Vieja Cúpula. Salgado Almaguer se quejó: “no confiaste en mí para continuar el proyecto de potencializar las acciones de nuestro presidente Felipe Calderón en la entidad… es más, un día me sorprendí ya que al intentar estacionarme se me dijo que mi lugar asignado era el de la esquina: el de minusválidos”.

La bronca estaba cantada y, desde su arterioesclerosis política, la Vieja Cúpula fue cediendo terreno ante los embates de Chefo, Larrazabal y Raúl Gracia. Era un relevo generacional. La Nueva Cúpula ya soñaba con las alcaldías metropolitanas, el Congreso local y hasta la gubernatura, pero el “quesogate” del Red Casino se atravesó y echó abajo las aspiraciones de Larrazabal y dividió a la Nueva Cúpula.

Para desviar el incendio del Casino Royale (y sus muertos), Adrián de la Garza y Rodrigo Medina magnificaron el acto inmoral del hermano de Larrazabal como el peor acto de corrupción: recibir dinero de los casineros. Adrián y Rodrigo tuvieron acceso a los videos del Red y los filtraron. Se tendió la cama ranchera y se extendió en PRIAN, un matrimonio bien avenido que excluyó a Larrazabal y que se coronó al aceptar desde el Congreso, con los votos de los diputados de Chefo, a Othón Ruiz como tesorero del estado.

El matrimonio del PRIAN tuvo su cumbre política –y de negocios privados usando recursos públicos– en el sexenio de Rodrigo Medina; el tórrido amasiato sobrevivió a los seis años de Jaime Rodríguez Calderón, quien fue  secuestrado por el Poder Legislativo, y ahora se quiere prolongar con Samuel Alejandro García Sepúlveda tratando de atribuirse funciones del Poder Ejecutivo e imponer a Adrián de la Garza, quien ya había sido procurador, como nuevo fiscal general.

Para atajar los deseos del PRIAN, García Sepúlveda puede profundizar algunos actos que ya le han redituado ganancias. Y el primer objetivo es disminuir a Chefo blindándose permanentemente con el Poder Judicial que no esté contaminado por el PRIAN. Las contradicciones internas del panismo hacen de Zeferino el rival más débil.

Dos objetivos inmediatos: San Nicolás y el Congreso, donde residen en realidad los poderes de Salgado Almaguer: si a un boxeador le disminuyes sus piernas, es innecesario un gancho al hígado porque solito se cae. A pesar de sus esfuerzos, el diputado Víctor Pérez ya perdió Santa Catarina y el gobernador se ganó al alcalde Jesús Nava. Eso mismo tiene que hacer con Daniel Carrillo en San Nicolás y si no quiere el alcalde, empezar a persuadir a regidores para disminuirlo; hacerse de la gobernabilidad del municipio: o están con Chefo o están con el gobernador.

Y en el Congreso ubicar a los diputados afines a Zeferino (quien carece de fuero) y a los diputados panistas inconformes y trabajar sobre esa inconformidad. Por chip, naturaleza o genética política, los panistas siempre se confrontan. Sustancialmente, la política es el ejercicio de la coacción física: no se encarcela el pasado (ya pa’qué), se encarcela el futuro. Error de cálculo, no era al Bronco… ¿o sí?

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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