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Por Félix Cortés Camarillo

Hace muchísimos años, en mi muy queridìsima Mérida, alguien me comentó sobre al accidente en el que murió Pedro Infante, cuando se desplomó el avión que pilotaba cuando se dice traía un contrabando de casimires ingleses desde Belice. Tuvo gran suerte, me dijo.

No le entendí.  Muchos años después entendí la idea. 

¿Qué estuviera pasando con nuestros ídolos si James Dean siguiera vivo, si Kirk Douglas no anduviera arrastrando su vejez y Pedro Infante siguiera vivo? Lo mejor que les ha pasado a los que han tenido esa suerte es morirse joven para permanecer en la memoria colectiva en la mejor de sus imágenes.

Se murió ayer Andrés García.

Le tocó en suerte cuando el cine mexicano requería de cuerpos musculosos y damas musculonas. 

Memin Pinguin, personaje del comic mexicano esencial,  atrás de la mayor creadora de la dramaturgia mexicana, le heredó a Andrés García el papel de Chanoc. Ese fue su papel, interpretando al mexicano que todos queríamos ser. Macho, mandón, insoportable.

Con la pérdida lamentable de Andrés García yo entiendo y deseo que sepultemos a un icono mexicano.

‎felixcortescama@gmail.com

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Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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