Por Félix Cortés Camarillo
En los tiempos prehispánicos y en la zona lacustre del estado de Michoacán, surgió como una ceremonia ritual para pedir a sus dioses salud y lluvias, la danza de los viejitos. Con una música que inicia lenta y va evolucionando a frenética, los danzantes que llevan máscaras y andares de senectud, van evolucionando a un vigoroso zapateado.
Me recordé del baile a propósito del presidente norteamericano Joe Biden, el más viejo presidente en funciones que anunció su intención de buscar la única reelección a la que tiene derecho, en las votaciones del 2024. Si la logra, tendría, al terminar su cuatroenio, 86 años.
Lo cual tampoco es para tanto.
Donald Trump, quien seguramente será el candidato republicano, no canta mal las rancheras: busca también una reelección al cargo que ya ocupó. El 21 de enero de 2028 cuando juramente el siguiente presidente de los norteamericanos, tendrá 82.
Para un amplio sector del partido demócrata mejor opción de su parte hubiera sido la vicepresidente Kamala Harris, quien tiene 22 años menos que su jefe Biden, a quien supuestamente acompañará en la planilla demócrata de noviembre del año que viene.
El asunto parece ser menos de edad física como de modernidad de ideas. La plataforma que ayer anunció Biden es «denme cuatro años más» para completar mi trabajo. Su ideología básica es el respeto a la libertad de los norteamericanos, como lo ejemplificó en su apoyo al aborto.
De Donald Trump se puede decir la frase chusca: si ya saben cómo soy, ¿para qué me invitan a la fiesta? Su chovinismo de corral, conservadurismo, caradura y racismo son bien conocidos.
El tema es que en unos Estados des-Unidos, la ideología de Trump tiene una buena mitad de seguidores. Hoy. Mañana no lo sé.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Me causa pena y molestia la gran cantidad de mensajes en las redes llamadas sociales, las más celebrando los males que aquejan al presidente López, algunas incluso deseando un desenlace fatal. Todo ello al amparo del anonimato que puede convertir el chisme y la especulación, la información falsa o supuesta, en insulto. No es de ciudadanos cabales celebrar los males del gobernante simplemente porque se difiere de su pensar y su actuar. No es de cristianos veros desearle mal a nadie. Decimos todos los días a todos, te saludo, que quiere decir te deseo salud.
Ahora, si la maledicencia o las dudas surgieron en torno a la salud presidencial, ello se debe a la mala información proporcionada, contradictoria. El vocero presidencial se apresuró a decir que no pasaba nada, que la gira de inspección al Tren Maya y la gira en la Península seguían. Un par de horas después su jefe mandó supuestamente un tweeter diciendo que estaba malito.
Cuando alguien no dice toda la verdad, la gente tiene derecho a pensar que está mintiendo.
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