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Por Francisco Tijerina Elguezabal

Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. // Arthur C. Clarke

Se reproducen como “gremlins”, aparecen por doquier y todos te aseguran que han ganado campañas por todo el mundo, que son “el último grito de la cumbancha” y que han descubierto la fórmula perfecta para ganar cualquier elección.

La verdad es que han tomado un curso online de “¿Cómo dominar Tik-Tok y las redes sociales?” y con esa sólida base se han convertido en todos unos estrategas políticos.

Cobran caro, porque esa parte sí que saben cómo hacerla, pero todo su accionar se basa en llevar la coyuntura en base a ocurrencias. Contratan un diseñador, se hacen de un fotógrafo (que también cobre caro por favor), ponen a un camarógrafo de planta y se instalan un cuadro de niños y niñas que se dediquen a golpear contrincantes y defenderse de ataques en las redes sociales.

Y se sacan de la chistera el mejor de sus trucos: repetir el tik-tok de moda, poner al candidato a hacer tonterías y juegan al acierto-error en la búsqueda de los “likes” y “los shares”.

A pesar de sus novedades y todos esas estadísticas de las que presumen, les tengo una mala noticia: las elecciones no han cambiado como tampoco ha variado el disparador que determina por quién votar y es ahí donde irremediablemente fallan.

Sí, son importantes las redes sociales y hay que dimensionar en su justo espacio a lo constituye una herramienta, que no la base de una campaña.

El secreto está en el mensaje y su diseño, en llegar a las fibras sensibles del votante y provocar que sienta una necesidad de apoyar esas ideas, propuestas y acciones; la emoción sigue siendo la base de todo, por encima del raciocinio, se llega a los electores por el corazón, el estómago o el hígado.

Por eso me dan penita ajena los nuevos gurús de la comunicación que se creen que de verdad fueron los artífices de un triunfo cuando en realidad su candidato llegó al cargo por una circunstancia, una coyuntura, porque a la hora buena fue “el menos pior”.

Pero aquí seguirán, engañando a candidatos bobos que les creen sus cuentos y a los que además de bajarles millones les hacen perder esa oportunidad única que es la de contender por un puesto, oportunidad que pocas veces se repite.

Por mucho que digan, esto no cambia, la base es el mensaje y cómo desplegarlo, lo demás son herramientas.

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// Francisco Tijerina

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Autor: stafflostubos
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