Por Francisco Tijerina Elguezabal
Pudiera considerarse ocioso el adelantar vísperas y hacer encuestas políticas a un año de las siguientes elecciones, sobre todo si los sondeos están hechos en función de “supuestos” candidatos que no necesariamente serán los que aparezcan en las boletas.
Y si así el ejercicio es una mera ilustración del presente, el realizarlo en diversos escenarios colocando como “posibles” contendientes a “los de siempre” resulta doblemente inútil. “Son los que hay”, me dirán, pero repito, no necesariamente son los que terminarán siendo los candidatos.
Cuando mi hija mayor era pequeña, jugaba con ella preguntándole que a quién quería más, si a mi o al viejo del costal, al robachicos o al señor de la basura. Poner a Mariana Rodríguez y Luis Donaldo Colosio con quienes hoy lucen como aspirantes débiles es perder el tiempo y jugar de manera burda a la percepción.
Porque falta ver qué pasa con todos en los siguientes meses; recordemos que la opinión pública es veleidosa, pero sobre todo olvidadiza y por mucho que les hayan pretendido poner en contra de algunos políticos, lo cierto es que en la campaña las cosas pueden cambiar.
Por otra parte, ¿qué sucedería si en coalición, como ya están operando en diversos estados, presentan caras nuevas, igual de bonitas, con propuestas serias y al mismo tiempo divertidas?
El resultado de la ecuación es sencillo: que los nuevos les pegarán una barrida y trapeada porque no cargarán los negativos que ya hoy tienen los que aparecen hoy como favoritos.
A final de cuentas todo es un juego de fichas que poco a poco se irán acomodando en el tablero y lo que hoy luce como un escenario imposible de cambiar, puede modificarse totalmente en apenas unos días si se dan las condiciones y circunstancias apropiadas, de manera que “gracias por la información”, pero prefiero esperar.