Por Félix Cortés Camarillo
Bien sabido es, y mucho se ha dicho aquí, que las migraciones han sido desde siempre el principal motor de la civilización y la transculturación de los pueblos. Todos los humanos somos, al final de los tiempos, producto de alguna o algunas migraciones errabundas en pos de conquista territorial o mejora económica. Pero el mundo de nuestro tiempo, sobrepoblado, contaminado, con los glaciares derritiéndose lentamente por el sobrecalentamiento viene adicionalmente a encontrar en las migraciones otra versión de la amenazante peste ancestral.
Como la peste negra de la Edad Media o la fiebre española más recientemente, los flujos humanos mudándose de un lugar a otro que suponen mejor, plantean una amenaza grave a las sociedades contemporáneas.
Los europeos, que nacieron creyéndose el ombligo del mundo, lo empezaron a detectar hace varios siglos. Lo ibéricos del siglo quince se empeñaron en sacudirse al mismo tiempo de los judíos errantes y de los moros invasores. Los ingleses inventaron trabas para el asentamiento en la isla mayor de los aborígenes de pueblos lejanos –India y Pakistán, principalmente– que habían colonizado y explotado antes.
El país más soberbio del mundo, los Estados Unidos, cimentó su progreso y cultura en la llegada de inmigrantes italianos, polacos, alemanes, judíos y –claro– mexicanos que conforman la colcha multicolor de sus nacionalidades. Y sin embargo…
Hoy, hoy, hoy, la línea que separa Texas de cuatro estados norteños nuestros, ha sido reforzada por más de veinte mil elementos armados adicionales para impedir que la ola migrante que llega del sur rompa la frontera e inicie la temida invasión de la pobreza harta y agresiva. Miles y miles de hombres y mujeres, algunos niños sin padres evidentes, se siguen acercando a la frontera norte de México. Engañados por pillastres traficantes de humanos o victimas de su propio sueño ingenuo, creen que la frontera se va a abrir para el camino a un mejor futuro.
Lo contrario es la verdad.
La política de los Estados Unidos se hará a partir de hoy, más estricta para contener a los migrantes: indocumentado que se encuentre del otro lado de la raya, indocumentado que va pa´tras, acompañado ahora de un registro, fichado pues, de antecedentes penales que le impedirá por cinco años al menos, siquiera solicitar una visa para irse de compras a McAllen.
Independientemente del fenómeno social de la migración y sus consecuencias económicas, hay algo incontrovertible: la transformación de nuestra conducta, la radicalización del rechazo a la otredad. El rechazo a lo diferente.
Poco hay más retrógrado que eso.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): La obsesión del presidente López de acabar con la división de poderes y hacerse él del dominio de todos, debiera despertar una conciencia nacional rumbo a las elecciones que vienen. De manera especial, las que en los sueños del presidente López le van a garantizar las dos terceras partes de la Cámara de Diputados y del Senado para que el legislativo apruebe fast track las reformas constitucionales que al inquilino –esperemos temporal- de Palacio Nacional se le ocurran. De manera especial, que los ministros odiados de la Suprema Corte sean nombrados por el plebiscito de todos tan temido.
felixcortescama@josejaimeruiz
