Por Obed Campos
El epígrafe “Si pagas con cacahuates, reclutarás monos…” se puede traducir al cristiano, como que “trabajo mal pagado es lo mismo que trabajador insatisfecho y resultados mediocres en el corto o medio plazo”.
Lo traigo a colación por mi artículo de ayer en el que critiqué (¿cómo no hacerlo?) la manera tan rascuache de transportar a los policías de Monterrey, en la caja de una camioneta pick-up y bajo la lluvia.
No me lo crea, pero mi texto me trajo reacciones de todos colores y sabores. Bueno, hubo quien me alegó que “son policías y tienen que aguantar vara”.
Lo cierto, en mi experiencia de más de 30 años pegado a corporaciones del orden y del desorden, es que en el mismo grado en que tratemos a nuestros guardianes del orden, será el regreso, es decir, la lealtad, la cual se gana… O se pierde.
Nadie, sin embargo, me pudo alegar acerca de los resultados del trato tan injusto que recibe la tropa policíaca de la corporación que dirigen Alejandro Garza y Garza, como secretario y Luis Donaldo Colosio como alcalde. Aunque le aseguro y le apuesto pesos a tostones que del mando policíaco del cual goza y es su responsabilidad, Colosio ni enterado está.
Y ahí yace el verdadero problema con nuestras policías: en el abandono por parte de sociedad y autoridades.
Ambas partes, gobierno y ciudadanía, solemos tratar a los uniformados como a los perros de rancho, es decir, amarrados en las fiestas y sueltos en las broncas.
En este país, si existe la delincuencia que sospechamos padecer, la culpa no es de los policías sino de los ciudadanos indolentes que hemos dejado solos y a su suerte a nuestros uniformados.
Eso sí, a los políticos y a los mandos afortunados se les llena la boca diciendo que “hacen un esfuerzo por mejorar la calidad de vida de nuestros policías” y manejan cuentas de la lechera, con puras cifras triunfalistas pero lo cierto es que estamos muy mal en materia de seguridad, más mal de lo que dicen las cifras oficiales.
Se están dando de baja muchos elementos sin motivo aparente y eso hace que mermen en la operación porque la moral está por los suelos en las filas cada vez más menguadas.
Han hecho falta mandos con conocimiento y criterio para hacer comunidad con los policías y que estos reaccionen positivamente… “Imagínate cómo prestarán servicio todo el turno remojados… Con qué humor” me escribe un amigo que le sabe al tema y que me leyó ayer.
Y cuando le dije que los pobres policías de Monterrey “eran transportados como perros” me recordó acremente: “La ley te prohíbe traer perros en esas condiciones”.