Por Félix Cortés Camarillo
Guardé el teclado ayer para esperar tener algún indicio de las tenencias electorales de ayer, especialmente en el estado de México, pero la pantalla que ha sido mi cómplice tantos años me dio la mala noticia de sopetón: se murió Ricardo Rocha Reynaga. No puedo menos que recordarlo.
Orgulloso de su cuna medianamente humilde de Tepito, Rocha llegó muy joven a trabajar con nosotros en Telesistema. Para mí fue la imagen perfecta del reportero. Con información, audacia, persistencia, pero sobre todo interés humano por los temas y las personas que se atravesaron en su camino. Pero habrá voces mejor calificadas que la mía para elogiar sus talentos. Yo me quedo solamente con la imagen de un amigo muy querido, con el que compartí muchas mesas, mozas y musas. Misas nunca.
Le corregí sus primeros textos para las noticias en televisión.Juntos diseñamos y bautizamos su programa Para Gente Grande, innovador en una televisión que seguía siendo pudibunda y discreta, y compartimos los peligros que implicaba su reportaje sobre la matanza de Aguas Blancas que tanto irritó al gobernador Figueroa y al presidente Zedillo.. Juntos una tarde nos enteramos en la misma junta de empleados de Noticieros de Televisa, que habíamos perdido el trabajo. Juntos nos fuimos, invitados al día siguiente por Alejandro Burillo al Champs Elysées a lamernos las heridas.
Conocimos a nuestros hijos desde pequeños. Supimos de nuestros fracasos matrimoniales y de nuestras ilusiones amatorias con esa sinceridad que sólo se tiene con los amigos. Nos dejamos de ver largo tiempo, pero sé que estábamos ahí, muy cerca uno del otro.
Seguiremos así, sin duda.
Merece un descanso placentero; esto es, de placenta.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Vergüenza le debería dar al presidente López su mensaje en tweet, que seguramente le redactó un amanuense, en el que lamenta la muerte de Ricardo y se atreve a llamarle su amigo. Nosotros, señor presidente, no somos iguales, como usted suele decir.