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Congreso de NL, espurio

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

@lostubosmty

Salvo una excepción que conozco, Waldo Fernández, el Congreso de Nuevo León es una legislatura espuria y nada tiene de honorable. Tal vez existan otros diputados o diputadas excepcionales, pero desconozco el dato. Atípico, nuestro Congreso es legal, pero carece de representatividad, por tanto, de legitimidad. La representatividad la convirtieron en representación, en farsa; el casting, su elenco, no sirve a sus electores sino a sus manipuladores, el priista Francisco Cienfuegos y el panista Zeferino Salgado.

No hay texto sin contexto. José Natividad González Parás, educado también en la política social, fue el último gobernador, lo he repetido varias veces, dedicado no sólo a la política y a la politiquería (trabajó en contra de la candidatura del 2006 de Andrés Manuel López Obrador y avaló el fraude), también con una visión de obra pública, de inversión económica, de inversión social. Uno de sus mayores errores fue impulsar al connotado corrupto, Rodrigo Medina de la Cruz, para ser gobernador.

(En verdad os digo que Fernando Elizondo fue un pésimo gobernador, cuentachiles para los ciudadanos y pastel total para sus intereses económicos, sobre todo en el manejo de la deuda.)

Decantarse por Abel Guerra o por Ildefonso Guajardo… sería otra historia para Nuevo León. En gobernanza y administración, Nati lo hizo medianamente bien; en política sucesoria, la cagó. Al prescindir de Rogelio Cerda, uno de los mejores operadores políticos, Natividad abjuró de la política. Nati es corresponsable de la asunción del PRIAN y de doce años de desastre en Nuevo León.

No hay texto sin contexto. Frikis, los panistas y priistas se acrisolaron en un fenómeno político, el PRIAN. Fenómeno contra/natura político. La ideología contrapuesta reivindicada en monstruosidad. En el bucle de esa historia la traición se reconvirtió en política: nada para los electores, todo para los electos. El enanismo fue la condición del circo de tres pistas y Chefo y Paco los presentadores.

La corrupción y la impunidad fueron la cabeza de Jano en el sexenio de Rodrigo Medina de la Cruz. Tan torpe como un guion de El libro Vaquero, Jaime Rodríguez Calderón le cedió poder a Chefo y Paco. El canto de las sirenas para la Presidencia, no podía ser de otra manera, se trocó en mugido de vacas. Mientras él y sus secuaces mamaban de la ubre del erario nuevoleonés, el Bronco, fiel a Onán, buscó la Presidencia de la República. El PRIAN corrupta e impunemente, feliz con Rodríguez Calderón.

El PRIAN perdió la gubernatura con el Bronco, pero Jaime traicionó a los ciudadanos y los nuevoleoneses lo desprecian porque su “independencia” fue dependencia del PRIAN. Ni siquiera de los poderes fácticos, de los poderes políticos. De Zeferino Salgado, de Francisco Cienfuegos, de Raúl Gracia, de Fernando Elizondo quien a través de Carlos Garza Ibarra, el tesorero transexenal, sigue manejando el erario. Apunte al vuelo: cuando el gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda tenga un Congreso realmente representativo de los electores de Nuevo León, tendrá que despedir a Carlos Garza Ibarra, quien es un lastre para esta administración.

No hay texto sin contexto. Cuando joden al gobernador en el Congreso no es ni por razón ni por convicción ciudadana, es porque el poder legislativo se asume o se quiere asumir como poder ejecutivo. Querámoslo o no, Samuel Alejandro es un gobernador legítimo, las urnas hablaron. Ni Zeferino ni Cienfuegos representan a los ciudadanos. Son espurios, como sus tentáculos, como este Congreso que, rectifico, no es de nosotros los nuevoleoneses, es de Chefo y Paco.

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// José Jaime Ruiz

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Autor: lostubos
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