Por Francisco Tijerina Elguezabal
Para promocionar el cuarto informe de Miguel de la Madrid, hace poco más de 35 años (carajo, cómo se me nota la edad), el gobierno federal lanzó una campaña bastante exitosa que decía “Contemos también lo bueno”, tan buena que hoy la sigo recordando.
Y el slogan viene a mi mente cuando me entero que el Gobierno del Estado ha plantado en tan sólo tres meses más de 10 mil 500 árboles, lo cual es una excelente noticia para la enorme plancha de pavimento y concreto en la que vivimos.
A lo largo de los años he sido testigo de un sinnúmero de campañas de arborización de gobiernos estatales y locales, plantas aquí y allá, jornadas de donación de árboles y demás, pero al recorrer la zona metropolitana cada vez veo menos verde en calles y avenidas, incluidas las zonas residenciales en donde se supondría habría mayor cantidad, pero no es así.
La verdadera novedad en el anuncio dado a conocer por Félix Arratia, el secretario del Medio Ambiente, es que en esta ocasión no están sembrando a tontas y locas, sino que han diseñado un mapeo para inventariar los árboles sembrados, darles seguimiento y tener actualizado su estatus, con riego con agua tratada, acolchonado, monitoreo, reposiciones y actualización, a fin de asegurar darles en dos años las condiciones necesarias para su crecimiento y desarrollo.
Esto quiere decir que tendremos la posibilidad de un lapso corto de tiempo de verlos “prender” y ayudar a mejorar el medio ambiente metropolitano.
En los últimos años he tenido la oportunidad de viajar a distintas ciudades de la vasta geografía de los Estados Unidos y en todas ellas, sin importar sus condiciones, he podido disfrutar en sus zonas residenciales del espectáculo de ver pasar por el jardín a ardillas y conejos, algo que difícilmente ocurre en Monterrey, como no vivas en zonas muy altas de San Pedro, Guadalupe o de plano en la Carretera Nacional.
Pero más que los animalitos, es un placer indescriptible el apreciar la belleza de arboles centenarios que siguen vivos, dando sombra y frutos, oxigenando el ambiente y cooperando para reducir la temperatura de nuestro planeta. ¿Por qué allá sí han podido y nosotros no?
Muchas son las razones que podemos esgrimir para intentar explicar la irresponsable actitud asumida durante décadas, sin embargo no hay tiempo para buscar culpables y mucho menos para lamentos, es momento de dar un paso al frente e iniciar el trabajo necesario para poder legar a las futuras generaciones una mejor zona conurbada y el trabajo tiene que empezar justa y precisamente así, como lo ha hecho la Administración Estatal, sembrando árboles.
Ahora toca el tiempo de seguir sembrando, pero sin cometer los mismos errores de antaño; hay que cuidarlos, vigilarlos, atenderlos, hacer lo imposible por conseguir que “se logren” y que crezcan y después, con celosa vigilancia, impedir que se talen o mutilen. Si todos le dedicamos unos cuantos minutos a la semana a esta tarea, en pocos años podremos notar el cambio.
Hoy me da gusto contar lo bueno, porque es bueno para todos.