Por Carlos Chavarría
Debemos agradecer a nuestro presidente que, por fin, aunque no fuese su intención original, expuso una de las debilidades mayores de nuestra democracia electoral y, también, sin importar su propósito verdadero, ya implantó una posible solución.
En la democracia electoral mexicana, el que gana lo gana todo y, el que pierde, pierde todo que, sumado a la presencia de muchos partidos y corrientes, fragmenta la voluntad de los mexicanos y la convierte en una democracia de minorías.
Desde el 2000 y hasta la fecha, ningún presidente ha ganado ni de cerca con una diferencia del 50% del padrón electoral o de la lista nominal a la segunda posición. Bajo esta numérica ningún presidente obtiene realmente el apoyo y compromiso de la mayoría de los electores. Así que al día siguiente de la toma de protesta se empiezan a mover los intereses perdedores y reinician la campaña de descontento por muchos flancos. Como se llame el nuevo presidente es imposible construir un gobierno con la suficiente estabilidad para que pueda concretar cada 6 años algo bueno y duradero.
Hoy asistimos al primer paso para que la democracia avance en la forma de elecciones primarias. Medio descompuesto el proceso porque fue forzado todo a través de las rendijas de las reglas electorales y aprovechando el vaguedad del castellano, pero ya están en marcha las primarias.
Como se quiera ver, surgirán dos candidatos fuertes, que habrán de enfocar mejor la voluntad de la nación. Claro que la elección no será entre ellos.
Por supuesto que es una lástima cómo se perfila la contienda del 2024, porque no será por mejores programas para el futuro, que de seguro los habrá en abundancia. De tanto entrometerse el microfono presidencial en el proceso, la elección será entre “Viva López Obrador” y “Fuera López Obrador”, habida cuenta de que la mujer que aparece como puntera en la oposición no es más que un clon y alter ego del mismo presidente actual y ella lo mantendrá vivo como candidato sin boleta hasta el final, que eso si buscaba él, seguir en campaña.
Al torcer la ley para no ser acusados de actos anticipados de campaña, el oficialismo tuvo que poner como propósito de sus “primarias con encuesta”, un objetivo y lemas difusos que no fuera relacionado con la presidencia, dejando a sus tapados o corcholatas a la deriva frente a los opositores que ya tomaron el mismo estilo presidencial y con total desparpajo hablan de la presidencia disfrazada en forma del “…por México” como objetivo.
Qué interesantes y complicadas –aunque no exentas de riesgo– las posibilidades que se dibujan. La inversión de papeles entre Legislativo y Ejecutivo. El Ejecutivo ocupado por una mujer y el Legislativo operado por MORENA o por la actual oposición. ¿Parálisis total o momento de cambio?
No se requieren sesudos análisis para percatarnos de que el aparato electoral en su parte legal ya se agotó y el de gobernanza también pues los partidos y Don Dinero todo contaminan y el INE no podría ser la excepción, esperemos que las tensiones que ya se avizoran nos conduzcan hacia un futuro mejor.
Ahí sí pasaría a la historia López Obrador que preparo el terreno para la reforma del Estado mexicano hacia el parlamentarismo y una rama ejecutiva con el poder justo y el tamaño que requiere, no más.