Por Félix Cortés Camarillo
El oficio de pitonisa no se me da; ni en la lotería ni en la política. Pese a ello creo que puedo fácilmente pronosticar que en la silla presidencial de México en el próximo sexenio estará una mujer.
No tiene nada de malo.
La pregunta de si los mexicanos estamos preparados para que nos gobierne una mujer es totalmente inane. Lo confesemos o no, los mexicanos, y muchos otros en otras latitudes, sabemos que en la casa manda la mujer. El matriarcado que nos enseñó por vía de sus tetas nuestra madre evolucionó a una función social en la que todos admitimos que la que mejor administra los pocos dineros que aportamos es la pareja.
Trasladado a la plataforma política yo siempre he sostenido que el valor de las personas no se define por lo que tienen entre las dos piernas, sino por lo que se aloja entre las dos orejas, el cerebro.
Sorpresivamente, porque los mexicanos asumíamos con docilidad que el dedo presidencial iba a ser nuevamente el que designara al candidato oficial –eso quiere decir, del gobierno- y casi en automático ganara las votaciones manipuladas por el propio presidente, se vino abajo. La oposición, débil –mental y numéricamente hablando- no tenía una figura que ofrecer a una clase media, mediana y alta que pudiera enfrentar a Claudia Sheinbaum, la niña de los ojos de Lopitos.
Más hete aquí que una mujer carismática y dedicada, que por lo mismo si se presentaba como candidata tenía asegurada la gubernatura de la ciudad capital, se dio cuenta de que podría aspirar a la grande. Xóchitl Gálvez puede ganarle a Claudia, a Marcelo y al mismísimo Adán si los mexicanos nos lo proponemos.
Yo no sé si esa flor pueda ser la base de nuestro jardín.
De lo que me queda claro es que no puede ser peor que la prolongación –cualquiera que sea- del cuatrote. Aunque todos estemos ciertos de que ni Claudia, Marcelo ni el mismísimo Adrián iban a replicar el modelo del Tlatoani mayor.
Ese el secreto de la embestida ilegal de Lopitos en su mañanera todos los días en contra de Xóchitl.
De la manera más imbécil posible. Lopitos le critica a Xóchitl haber pasado de vendedora ambulante a empresaria exitosa, cosa que todos los mexicanos soñamos. Le acusa, y prueba, de haber tenido contratos de servicios con entidades del gobierno, cosa que todos quisiéramos. Lo que no puede probar es que eso es ilegal.
Lo que Lopitos no puede demostrar es que él es una flor que no retoña; tiene muerto el corazón.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): El dron explosivo sobre el puente que una a Rusia y la Crimea ocupada ya redujo el flujo de cereales ucranianos al mundo. Todo lo que comemos está subiendo.
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