Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Hay que hablar de cosas serias en serio”
Antón Pavlovich Chéjov
Seamos serios. El asesinato de Ricardo Flores, el Jurídico del Congreso del Estado es un asunto no grave, sino gravísimo.
El momento y la circunstancia imponen un “impasse” en los pleitos entre el gobernador, el Congreso, los partidos y los políticos, el tema amerita la atención de todos y requiere un trabajo conjunto.
Si las declaraciones de los integrantes del Legislativo culpando al Gobernador de propiciar un clima de persecución deben ser tomadas con reserva, con el mismo tono e intención deben recibirse los deslindes que intenta la bancada de su partido desde el Congreso. Fallan ambos bandos al culparse de “politizar” el asunto.
Deleznable por donde se le aprecie es la postura asumida por los actores políticos que antes de cumplir con su misión primaria de hacer respetar la ley se lanzan culpas y señalamientos; de verdad, de pena y vergüenza lo que unos y otros argumentan en sus posicionamientos, porque lo único que dejan en claro es su falta de seriedad y su oportunismo para tratar de sacar ventaja de una tragedia.
Por respeto a Ricardo Flores y su familia, los políticos de Nuevo León deberían guardar silencio y dedicar sus mejores esfuerzos a coadyuvar con las autoridades en el esclarecimiento de este crimen que lastima y ofende a la sociedad nuevoleonesa.
Pero sobre todo por la investidura que representan, unos y otros deberían ponerse serios y dejar de lado sus diferencias que resultan infantiles y baladíes comparadas con el nivel del hecho mismo que repito, es un atentado contra los nuevoleoneses.
La respuesta no puede ser otra que una investigación seria y contundente, que no deje lugar a dudas, de todo lo ocurrido y la actitud que asuman las partes que hoy están en conflicto es la de respetar el trabajo profesional que se derive de estos hechos.
Hoy se impone la seriedad ante todo, el actuar de manera respetable y respetuosa, el comportarse a la altura de las circunstancias y buscar ante todo la claridad en beneficio del pueblo de Nuevo León.
Ni los señalamientos a hurtadillas, pero mucho menos las defensas a ultranza son válidas. Aquí no queda más espacio que otro que no sea el de la verdad, con el resultado de los trabajos periciales y de investigación necesarios que ofrezcan a la sociedad la tranquilidad de que se ha actuado en todo momento con apego al derecho y la legalidad.
Si en el día a día nuestros políticos mueven a la risa por sus torpes declaraciones y pronunciamientos, hoy lo único que consiguen extraer de la sociedad es una vergüenza enorme por su falta de empatía y de respeto hacia un ser humano que, cualquiera que sea la circunstancia, ha fallecido, una persona que tiene familia, alguien que ha escrito una historia.
Es necesario que crezcan y se dejen de tonterías, que asuman, cuando menos por esta ocasión, su papel y se despojen de sus camisetas para ponerse, aunque sea hoy, la de Nuevo León.
¡Basta ya de payasadas!