Por José Jaime Ruiz
El Frente Amplio diseñó un ingenuo proceso de selección política antidemocrática. No se equivocan en Reforma en calificar el dedazo y la cargada hacia Xóchitl Gálvez Ruiz como ungimiento. Obvio, Xóchitl no fue electa, fue elegida y será ungida. La farsa a nadie engañó, tampoco los vocerillos de la derecha, como lo son Ciro Gómez Leyva, Carlos Loret de Mola o Pascal Beltrán del Río, dejaron de criticar esta puesta en escena.
Los símbolos también cuentan. El Monumento a la Revolución de Luis Donaldo Colosio Murrieta ya nunca será de los priistas, lo expropió políticamente Morena. Los priistas tendrán que conformarse, en su dependencia de rémora, con El Ángel de la Independencia, ese ángel que cobijó a Vicente Fox y que ahora acogerá a Gálvez Ruiz. Y, así, la derrota del PRI y su agente funerario, Alejandro Alito Moreno, no sólo es simbólica, es también histórica… y eso lo consignarán los libros de texto gratuitos por venir.
“Disimular es fingir no tener lo que se tiene. Simular es fingir tener lo que no se tiene. Lo uno remite a una presencia, lo otro a una ausencia”, escribió en Cultura y simulacro Jean Baudrillard (Kairós, 1978, p. 8).
Morena disimula, finge no tener lo que se tiene, en este caso la elección inminente y presencial de Claudia Sheinbaum. El Frente Amplio finge tener lo que no se tiene: democracia, transparencia, apertura, inclusión, pluralidad. Por eso lo suyo es la ausencia, la ausencia evidente de ciudadanos, la ausencia de consulta, la ausencia de votos. La declinación y la inclinación (de rodillas) es lo suyo.
Con la puesta en escena fársica, en este orden, los perdedores son Claudio X. González, Xóchitl Gálvez, Beatriz Paredes (desde su complicidad humillante), Alejandro Moreno, Marko Cortés, todos ellos representantes de la oligarquía. Entre dos males prefirieron el menor, esto es, continuar con la simulación (la ilusión) y no exhibirse el domingo en un fracaso eleccionario que, inclusive, más que fracaso sería el fiasco anunciado de lo que será 2024 (la realidad).
De nuevo Baudrillard: “La imposibilidad de escenificar la ilusión, es del mismo tipo que la imposibilidad de rescatar un nivel absoluto de realidad. La ilusión ya no es posible porque la realidad tampoco lo es. Éste es el planteamiento del problema político de la parodia, de la hipersimulación o simulación ofensiva. Toda negatividad política directa, toda estrategia de relación de fuerzas y de oposición, no es más que simulación defensiva y regresiva” (p. 43).
Al caer el telón del simulacro, desdibujada escenografía del simulacro, el Frente Amplio se desnuda como banalidad en la política. Infectados de escenografía engaña-tontos, le dan credibilidad a Andrés Manuel López Obrador, quien ganó su apuesta; tiburón en mar revuelto, ganancia de oportuno pescador, Dante Delgado, viendo el nivel de rechazo ciudadano al PRIAN, ya afila a Movimiento Ciudadano como segunda fuerza política.
Desopilante, el proceso para ungir a Xóchitl perdió toda seriedad. Danzante botarga, lo de ella es la comedia.