La aspirante presidencial del frente opositor confiesa que su pecado es la lujuria y odia la ratería y la huevonada. Su marido tiene una banda de rock y sus hijos son expertos en negocios; publica MILENIO.
“Yo creo que nos viene bien a todos un poco de lujuria”. Así, directa como suele ser, respondió Xóchitl Gálvez Ruiz a la pregunta sobre si esa tentación seguía siendo uno de sus principales pecados.
“Qué bueno que sean esos mis pecados y no la ratería, la huevonada y esas otras cosas que en los políticos se ven muy mal”, me dijo en mayo de 2016 la entonces delegada de la alcaldía Miguel Hidalgo, en una entrevista que le realicé para el programa de televisión Los Despachos del Poder.
Esa misma libertad de credo tiene alcances en los terrenos más privados del corazón.
“Yo no me divorciaría de mi marido por una amante”, ha dicho en otras entrevistas la mujer que sin estar afiliada al Partido Acción Nacional (PAN) en 2018 ocupó un escaño como senadora de la República bajo esa conservadora nomenclatura.
Cobijada por los azules, pero enfundada en sus emblemáticos huipiles, también se ha convertido en la inesperada futura candidata del Frente Amplio por México (FAM) para contender por la Presidencia de la República en las elecciones de 2024.
Para entender un poco del amplio espectro de su presente hay que asomarse a la acotada circunstancia de su pasado. Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, actualmente de 60 años de edad, nació en Tepatepec, Hidalgo, el 22 de febrero de 1963, en una familia con orígenes indígenas y humildes. Su padre, Heladio Gálvez, era alcohólico y ejercía violencia familiar.
“Muchos años estuve enojada con mi papá. Me parecía injusto que un hombre pudiera maltratar tanto a una mujer. Por eso no bebo: por ese exceso de alcohol en la familia”.
La historia de que Xó –como la llaman algunos de sus cercanos– tuvo que vender gelatinas para pagarse sus estudios ya ha sido viralizada en estos tiempos de guerra política a través de las redes sociales. Que sufrió abuso sexual, también ha quedado registrado en las múltiples entrevistas que la ingeniera en Computación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha dado a los medios de comunicación.
La presidenciable también suspira
No obstante, han sido limitadas las ocasiones en las que Xóchitl ha abordado su historia de amor con Rubén Sánchez Manzo, nacido el 8 de mayo de 1952, un ingeniero químico por el Instituto Politécnico Nacional (IPN) al que conoció en su etapa de universitaria, cuando ella impartía una conferencia sobre edificios inteligentes. Y ese no es su único expertise: hay que recordar que Gálvez Ruiz también se especializó en robótica, inteligencia artificial, sustentabilidad y ahorro de energía.
Rubén, quien actualmente tiene 71 años de edad, está jubilado por una empresa privada y paralelamente es el dueño de la empresa Operación y Mantenimiento a Edificios Inteligentes S.A. de C.V., mejor conocida como OMEI. En una entrevista que concedió Xóchitl a la periodista Mónica Garza para su programa El Nido de la Garza, la suspirante presidencial reveló que su compañero de vida es un amante del rock desde su adolescencia y a la fecha tiene un grupo llamado All Music.
“Al principio él tenía esa tendencia a dominar, a controlar, a mandar, a gritar y ahí yo establecí reglas muy claras. Lo fundamental fue mi independencia económica. El poder tener mis propios recursos me permitió saber que yo tenía autoestima y seguridad”, me dijoXóchitl Gálvez en aquella entrevista que le hice para TV Azteca en 2016.
De igual forma, confesó la fórmula que la ha llevado a estar tanto tiempo con la misma persona.
“Yo siempre he pensado que el matrimonio es de tres: los proyectos de tu pareja, tus proyectos y se construye en conjunto un tercer proyecto. Yo he seguido con mi proyecto. Mi marido ama la música y tenemos un tercer proyecto que son nuestros hijos. No es fácil aguantar a una mujer como yo tan vaga, tan independiente, tan irreverente”.
Los hijos a los que se refiere Xóchitl son: Diana Vega Gálvez (quien se despidió del cordón umbilical en la Ciudad de México el 23 de enero de 1988) y Juan Pablo Sánchez Gálvez (que nació el 8 de mayo de 1997, año en el que el Cruz Azul fue campeón). La primera no es hija biológica de Rubén Sánchez. Sin embargo, él la ha educado y amado como propia.
Diana estudió la licenciatura en Artes Plásticas y Visuales en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda (2018); luego cursó una maestría en Negocios y Tecnología por Collective Academy y otra maestría en Alta Dirección Empresarial por el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas (IPADE). Desde el 2015 hizo un giro determinante en su carrera y actualmente es la directora general de Grupo HTS, un conjunto de empresas dedicadas a los edificios sostenibles que su mamá fundó en 1992. También funge como directora ejecutiva de OMEI. Es amante de los museos, los libros y los perros. Desde hace tres años tiene un noviazgo con Sebastián Patiño Jiménez.
Por su parte, Juan Pablo cursó la carrera de Negocios Internacionales en la Universidad Iberoamericana. Ahora alterna sus empleos con el deporte y con un estilo de vida súper healthy.
Sobre su compañero,Xóchitl me dijo años atrás: “Hasta que no encontré un hombre que no fuera adicto al alcohol no decidí casarme”. Sin embargo, en estricto sentido Xóchitl y Rubén nunca se han dado el “Sí, quiero” frente al altar de una iglesia o frente a un juez del Registro Civil. La aspirante a candidata presidencial considera suficiente estar casada por los usos y costumbres de su estilo de vida y tener una relación auténtica, como toda ella.
Imagen portada: MILENIO